a sus padres ancianos impedidos
y después ha intentado suicidarse,
se arrojó de un balcón (sólo fue herido).
Parece ser que era un chico estupendo:
en colegios primero de la clase;
muy estudioso -tenía tres carreras-
aunque eso si, un poco retraído.
Abnegado cuidaba de sus padres
(los hermanos más se desentendían),
todas las tardes llevaba a dar paseo
al anciano que de alzheimer padecía
y a su madre operada de cadera
ayudaba en la casa: la comida,
recados, la limpieza, las gestiones …
acompañándola en depresión caída.
Así un día tras otro, año tras año
(veintiséis reflejan en su ficha);
y un horizonte estrecho y limitado
en primavera y en lo mejor de vida:
abnegación, trabajo, sacrificio,
no salir con amigos ni con chicas,
no poder avistar ningún futuro:
tener novia, casarse, una familia …
Un año y otro, un mes tras mes, los días
pasando igual, empujando la silla
del padre -un vegetal que no conoce-
con la madre por siempre deprimida.
Llega un momento en que se vuelve loco
-quizá en la muerte pueda estar la salida-
le tienta a terminar el sinsentido
el objeto en la mesa de cocina.
Una niebla, ceguera, automatismos,
el cuchillo tiene voluntad propia,
(¿fue como acto de amor que lo entendieron
sus padres al mirarle sorprendidos?).
Sangre en suelos acusan que hubo vida
-por más que esta escondiese rutinaria-
afuera hay luz, está el balcón abierto …
salto a la libertad que da el vacío.
© albertotrocóniz / 12
Texto de: "POEMAS DE LA VIDA EFÍMERA”
Imagen de: "FOTOFILTRADA”
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