(En gabinete medieval de altas bóvedas góticas)
¡Ay mísero de mí!, ¡ay infelice!,
pues que he apurado con caluroso esfuerzo
en toda ciencia y en toda disciplina:
filosofía, leyes, medicina
… por mi desgracia también di en teología,
y ahora me encuentro al cabo, pobre loco,
ignaro todavía, aún más que antes;
que aunque me digan maestro y llamen doctor
van para diez años doy en fatigar
vueltas y revueltas de acá para allá
asiendo por napias en un mal pasar
arriba y abajo, delante y detrás,
a alumnos incautos sin poder sacar
nada en claro de ello, sino el confesar
que nada a la postre se pueda saber;
tal me asfixia y quema dentro el corazón.
Sí, por descontado, me tengo en más sabio
que toda esa plaga pedante ilustrada:
doctores, maestros, frailes, escribanos…
y no me atormentan ni dudas ni escrúpulos
ni abrigo temores de infierno o diablo;
a cambio he perdido cualquier alegría,
nada sé a derechas, nada sé enseñar,
nada con que a nadie pudiese guiar,
nada que a los hombres sirva a mejorar…
y encima de todo no tengo dinero,
ni honores ni fama que el mundo valore;
¿tal pila de horrores qué clase es de vida?,
ni siquiera un perro la podría llevar.
Por tanto me he dado a ciencias ocultas
para que esos textos de fuerza revelen
arcanos secretos que esconde Natura
y así en adelante, sudando yo en tinta,
aquello que ignoro no haya en confesar;
empero conozca lo que encierra el mundo:
íntimas potencias, gérmenes remotos…
¡por siempre abomino palabras juntar!.
¡Oh tú clara luna, si por vez postrera
mi pena alumbrase clemente tu luz!,
yo que tantas veces sentado al pupitre
agobiado y triste en noches en vela
aguardase al cabo a tu aparición.
¡Ah si al fin pudiera de una vez por todas
subir a las cumbres inmerso en tu nimbo,
recorrer cavernas do alumbras a espíritus,
vagar por praderas en grata penumbra
librado de espanto que inquieta conciencia
y cabal bañarme de luego en rocío
que brinda al sereno tu cálida luz!.
Mas por el contrario ¿en esta mazmorra
he de seguir preso por viejas cadenas?;
he de seguir preso por viejas cadenas?;
maldito agujero al muro escarbado
donde hasta el claror querido del cielo
filtra por vidrieras que al punto lo enturbian
dando sobre libros de polvo cubiertos,
viejos pergaminos roídos de gusanos,
ahumados legajos que atestan paredes
llegando a lo alto de las altas bóvedas;
me cercan redomas, cofres oxidados,
torvos alambiques que heredé en legado,
menaje obsoleto del antepasado;
ello me mantiene al hoyo aherrojado.
¿Es esto mi mundo?, ¿a esto un mundo llamo?.
¿Es que aún te sorprende que el corazón cese
de latir en pecho lleno de rencor?,
¿que un dolor oculto inhiba el impulso
que porta la vida frenando su elan?;
en vez de Natura en la que Dios puso
a sus criaturas, a la humanidad,
a ti te rodean huesos, calaveras,
mohosos esqueletos, carcasas ahumadas,
detritus inmundos del reino animal.
¡Huye! ¡salte fuera a abiertas llanuras!;
tan sólo de un libro te baste el consejo,
aquel misterioso que hizo Nostradamus
firmado y autógrafo de su propia mano;
en él puede verse mensaje de estrellas
que marcan el rumbo a Naturaleza
y con tal sapiencia al fin imbuido
sabrás cuanto acrece la fuerza en el alma
cual ya si un espíritu hablase a otro espíritu.
… … …
© albertotrocóniz / 19
Texto: Para una versión no literal del Fausto
de J.W.Goethe
de: “EL LIBRO DE BABEL”
Imagen: "Fastidio de Fausto"
Imagen: "Fastidio de Fausto"
de “DIBUJO Y PINTURA”
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