martes, 9 de julio de 2019

RESONANCIA MAGNÉTICA

He ido a hacerme la susodicha prueba
que en principio no es un plato de gusto;
no es que sea de por sí dolorosa
pero resulta incómoda, agobiante.

Como a Jonás tragado por ballena
te meten en un tubo cual su esófago
do tienes que vencer la claustrofobia
un largo lapso acosado de pitidos 
y de extraños sonidos maquinales.

Para poder sobrellevar el trance,
de la necesidad virtud haciendo,
jugué a interpretar esos mensajes
que el universo por todos mis pecados
me enviaba a través del artilugio.

Se inició la sesión con un ladrido
o tal me pareció: dos o tres "guaues" 
seguidos de una serie interminable
de rítmicos estruendos alternantes
que repetían la sigui­ente retahíla:
"treintaycuatro treintaycinco treintaycuatro
treintaycinco treintaycuatro treintaycinco ...."
y así por un buen rato obsesionante.

Hubo después sonar de golpes secos
cual si de alguna protesta se tratase
con aliens aporreando cacerolas
por no se sabe qué reivindicaciones.

Paró la cosa, mas no por mucho tiempo;
denso silencio a crear expectativas
(aunque nunca esperando diera paso
a novena sinfonía de Beethoven).

En efecto, pues siguiose un pitido
"prrrrrrrrr......"
cual si a uno le marcasen una falta,
o la Guardia Civil me diese el alto
dispuestos a ponerme alguna multa.

Y otra vez "guaus", y de nuevo la serie
de los guarismos, aunque curiosamente
en vez de "treintaycuatro y treintaycinco",
tan sólo eran ahora "treintaycuatros" (¡?).

Chocaba ver a máquina tan seria
de temeroso aspecto e imponente
comportarse como chiquilicuatra
por no decir francamente demente.

Viendo el absurdo ya es que me dió la risa 
invadiendo estertores en abdomen
por lo cual temí que el movimiento
echase a perder toda la prueba
(que exige te estés quieto como un muerto).

Con gran esfuerzo contuve carcajadas
pensando qué diría la enfermera
vigilante a través de ventanilla
tomándome sin duda por un loco,
o bien tal vez dudando si controles 
no habría regulado cual se debe
y trastocados parámetros al cabo
el magnetismo me hubiese hecho cosquillas.

Pensé por tanto en alguna cosa seria:
que si al salir encontraría un taxi
para aliviar la artrosis en tobillos
(que era el motivo que allí me había traído). 

Pero gracias a dios quedaba poco
pues enseguida en variación simpática
a esos sonidos absurdos perfunctorios 
dando el mensaje de algún extraterrestre…

fuese el oír gratísimos acordes
como si campanarios al unísono 
una gran fiesta por lo alto celebrasen
cual de Resurrección de Jesucristo.

Tal me sentí, salvando las distancias,
cuando al fin me extrajeron del cilindro
deslizando la mesa mortuoria 
donde estuve yacente en tal sarcófago.

A la enfermera en plan ángel que quitase
la vendas que me ataban allá dentro
le respondí a su amable pregunta
de “¿qué tal había estado todo?”
con algo que quizás desconcertase:

"Me lo he pasado bomba en ese tubo;
más divertido que el "túnel de la risa".





© albertotrocóniz / 19
Texto de: “TALCO MOLO EO”
Imagen de: "FOTOFILTRADA”

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