viernes, 11 de noviembre de 2011

LA CASI CIEGA


Rainer María Rilke
LA CASI CIEGA

Era la hora del té y allí estaba ella
sentada junto a otros como los demás.
Ya al principio noté que sostenía 
su taza de forma algo distinta.
Una vez sonrió y casi hacía daño.

Cuando al cabo se levantó la gente 
por distintas estancias dispersándose
y charlando despacio informalmente
(se hablaba, se reía), de nuevo pude verla
siguiendo tras los pasos de los otros

… algo encogida, como quien muy pronto 
debe cantar delante de un gran público; 
sus ojos claros traslucían fruición  
reflejando la luz como en estanques.

Iba despacio y necesitó un tiempo
como si algo hubiera todavía
no superado, mas luego pareciese
que tras de obrarse alguna mutación, 
ya más no andaba, sino que alzaba el vuelo. 



© versión de albertotrocóniz / 11/ 11/ 11
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