Tú no cruzas los mares pero cruzas el tiempo,
¡cuánto más azarosa es esa travesía!;
las luces de la tarde entre visillos filtran
un prodigioso rayo que en tus velas se acoge.
Fijado a la peana y en apariencia inmóvil
se deposita el polvo sobre tus viejos mástiles,
en las cuerdas raídas, el velamen ajado,
y una mosca pasea por la cubierta rota.
El oído atento escucha en el silencio áureo
del salón en penumbra, desde el sillón de orejas,
el estruendo del tiempo rompiendo en los objetos
mas tú surcas impávido con el rumbo seguro.
Así yo nunca viera tan arriesgada nave
que de pronto me embarca en prodigiosa historia
de días innombrables, de bonanzas y vientos,
de zozobras y dichas, de tormentas y arribos…
Encuentros, despedidas, con besos y con lágrimas,
con cielos despejados que luego tornan broncos;
hay soledad y hay risas, hay muerte y abandono
de amores y proyectos ahogados en los fondos.
¡A cuántos marineros has visto en los afanes
de enfilar la polar que señala la muerte
bogando y naufragando, ya agitándose inermes
en la resaca enorme de las horas y días!.
Todo lo trae el tiempo, ese mar proceloso,
ese engaño implacable que, casi sin notarlo,
nos azota en el rostro y nos deja empapados
calando hasta los huesos, sin apenas saberlo.
© albertotrocóniz / 02
Texto: de "POEMAS DEL GOZO Y DE LA SOMBRA"
Imagen: de "FOTOFILTRADA"
Otros enlaces “Post”-relacionados
en el tablero “POEMAS DEL GOZO Y DE LA SOMBRA”
No hay comentarios:
Publicar un comentario