Este arrebol de nubes en la tarde
incita a más saber fuera del tiempo
y del espacio: velos y cortinajes
de encendidos ribetes por sus flancos.
Van las panzas moradas como en tules
rasgados y extendidos a horizonte;
un fulgor último bendice ya este día
que el Sol despide en viaje hacia los mares
a iluminar otras playas y vidas
que otros afanes efímeros retomen
que otros afanes efímeros retomen
el designio —¿una condena?,¿un juego?—
como el de esta jornada ahora cumplida.
El humo gris sale de chimeneas
dando una escala humana en el contraste
a inmensas masas que cubren por el cielo;
una bandada de pájaros las cruza.
Por fin la noche se cierne misteriosa
y todo apaga —imagen de la vida—
que íntimamente alberga la esperanza
que en corazones vuélvase a abrir el día.
Tan sólo en el silencio hallo refugio
a los vapores que exhala el oleaje
de las mil formas como en caleidoscopio
con denominador común en el vacío.
Todo es impersonal, sus expresiones
latiendo en la gran obra es acicate
a penetrar rompiendo entre la cáscara
hacia el meollo por dentro inafectado
… al verdadero sujeto inconmovible
testigo inalterable y permanente
que por detrás de las formas mutantes
a sí mismo se llama a conocerse.
Mas, ¿de qué sirve el Todo a lo Absoluto?;
ni un ápice con ello gana o pierde:
allende está de cualesquier concepto
—alguien dijo "La Gran Indiferencia"—
—alguien dijo "La Gran Indiferencia"—
y empero aquí en este poema dicta.
© albertotrocóniz / 14
Texto: de “POEMAS DEL AMOR SAGRADO”
Imagen: de “FOTOPINTURA”
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