o andurriales que hollase Zapatero
en perversión artera del lenguaje;
una entre muchas siniestras perversiones
-no es a unión homosexual a que refiero-
sino a aquella tramposa de escudarse
en “no comparto aunque acepto y respeto”
sentencias que evacuan los lacayos
en tribu-anal de un rico pasteleo.
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