viernes, 9 de noviembre de 2012

PURGANDO EN UN INFIERNO “EL PARAÍSO”

Desde un sillón de orejas Milton ciego
y también sordo a todas las protestas,
dicta con voz monótona y pausada
a sus dos hijas que apenas se resignan
—dedo y labios morados, tinta y frío,
maniatadas al Árbol de la Ciencia—
la sobrehumana e inabarcable gesta.

Como en legión fatigan por renglones
los versos de las guerras de los ángeles
frente a demonios y Dios en primer término, 
Adán y Eva, serpiente, el Paraíso…

Después del “breakfast” —un magro desayuno—
prosiguen en condena cotidiana
de transcribir los muchos pormenores 
del mítico avatar en “Biblia en verso”.

La primavera luce y brotan flores,
los mozos del lugar van hacia el baile;
lejos suenan la música y la danza
en transfondo al dictado del padre.

Mientras la salvación pasa de largo
—¡quién pudiera morder de la manzana!—
dentro (en ambiente cargado con azufre)
saca el poeta su inspiración del daimon.

Un magro “lunch” a reponer las fuerzas
y después vuelta a la tarea endiablada
con hijas parricidas (si en miradas)
purgando en “Paraíso” ese pecado.

¡Cuán refinado tormento aprender griego
sin entender “ni papa” su sentido
sólo para poder leérselo en alto
al “dictador”, tan miope a sentimientos!.

La hora del té: se sirve (aunque sin pastas)
en mesa de escritorio pues no pueden
entretenerse con toda la epopeya
que aún falta por narrar de "in illo tempore".

Las líneas de su Edén llenan y llenan
infolios y legajos polvorientos;
dicta y corrige versos endemoniados
a las dos jóvenes llevadas del averno.

Tras de cena frugal allí servida
por la sufrida esposa, el sueño vence;
es hora de acostar, reponer fuerzas
para volver muy de mañana al Génesis.

Las chicas ya metidas en sus lechos
lo imaginan arder en cacerola
cuyo fuego alimenten las cuartillas
del Paraíso Perdido (que es el de ellas).

“Nosotras en verdad sí que sufrimos
en propia carne las maldiciones bíblicas
con juventud marchita esclavizada
por rimas y manías en cadena”.

Todo verso se ve tiene su anverso:
¿fue el excelso poeta un cabronazo
sacrificando a sus hijas en aras
de un pedestal en la Literatura?

… vete hoy a impedirles discotecas
y que el ocio se malgaste en poesías;
víctimas inocentes en trastienda,
rindo homenaje a esas dos “secretarias”
del que será la gloria de Inglaterra.



© albertotrocóniz / 12
Texto: de "RELATOS Y CUENTOS"
Imagen: “Las Hijas del Cid” de Ignacio Pinazo, 1879,
de “PINACOTECA"


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