es pasión, vehemencia y dinamismo
calor y juventud, adrenalina;
es riesgo de la vida y su lujuria.
Entre el rojo y la sangre se establece
una complicidad: va circulando
una vez que la piel ha atravesado
a ritmo lento; su sonido es grave
cual de grandes trompetas tibetanas
que claman a la aurora en monasterios.
El rojo de fibrillas infinitas
limpia la sangre, penetra con su vida
con energía que es brasa de los glóbulos;
magnetiza los nervios, alimenta
la médula de huesos, me devuelve
la claridad del día …el resto anemia.
© albertotrocóniz / 16
Texto: de “CUADERNO DE ARTE”
Imagen: “Untitled” (1970)
de Mark Rothko
de “PINACOTECA”
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