la comprensión de lo que era la esencia;
todo acalló, desapareció todo
quedó tan sólo entera la Presencia
… de lo que Es y no es sujeto a cambio:
el Yo eternal que como hilo de Ariadna
fue lo constante en el tiempo y las formas
que en el caleidoscopio se mutaban.
Me confundí por siglos con colores,
con vanas sombras movidas por el viento:
tomé por realidad a la serpiente,
luego tú me mostraste que era soga.
Y todo el miedo desvaneció al instante
no dependiendo mi ser de cosa externa,
me señalaste mi origen y mi esencia
como Energía, Amor e Inteligencia.
Me hiciste ver la trama de tapices;
lo que es detrás de meras apariencias,
diste a mi vida un vuelco como al guante
que vuelve del revés cuando despojas.
Y cual el tigre que tiene a la gacela
ya entre sus garras y no podrá escaparse
del mismo modo fueron en mí palabras
con que prendieses mi ser entre tus fauces.
Eones busqué —cuento todas las vidas—
ya entre sus garras y no podrá escaparse
del mismo modo fueron en mí palabras
con que prendieses mi ser entre tus fauces.
que el iceberg se hunde en profundidades
desde tiempos oscuros en cavernas;
largo fue el viaje que al cabo hizo conciencia.
Dicen que el maestro se acerca a su discípulo
cuando ya ve que el fruto está maduro
y su bastón tan sólo en leve toque
hace que caiga del guindo donde espera.
Fue sí el gurú, ahora lo reconozco,
en mi interior por siempre allí guiando
con “esto no”, “esto no”, viendo y discriminando
que el mundo no da aquello que se anhela.
Dioses tampoco se encuentran en ideas
hechos sin duda a imagen-semejanza
de nuestro ego para paliar la muerte
endebles máscaras de la persona hueca.
Yo, Dios y Mundo; todo ello se resume
en la unidad del Ser, en La Presencia
inmune a todo, sólo ella auto-refulge
con el marchamo de Realidad auténtica.
Y fuiste tú Maestro en la variante
encarnada en un ser inesperado
el que por fin —bendito sea aquel día—
pusiste fin a largos autoengaños.
Tus palabras tenían en mi un eco
desconocido y al tiempo tan cercano;
fue la verdad buscada allí brotando
reconociendo yo mismo aquello era.
Luego el mirar calando en lo más hondo,
nada a esconder posible fue ante ello
una exigencia de ser en transparencia;
la transparencia, oh sí, la transparencia.
Postro a tus pies; tú llama enciende llama
que ponga a arder montañas de mentiras
y se afirme la luz, la que es por siempre
sobre el telón de fondo del silencio.
© albertotrocóniz / 14
Texto de: “BUSCANDO COMPAÑÍA DE LOS SABIOS”
Imagen: “Llama Enciende Otra” de FOTOPINTURA
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