La noción de realidad para nosotros
es aquello que tomamos inmutable
por debajo de los cambios fenoménicos
y en principio son tres: Yo, Dios y Mundo.
El Yo es la intuición de permanencia
de un sujeto que es presente y siempre el mismo,
desde niños hasta viejos el testigo
de los cambios y experiencias que se viven.
También damos realidad al mundo externo
en diversas vertientes distinguibles:
Naturaleza, Sociedad, los Otros;
lo que creemos que es aparte de mi mismo.
Y al menos para muchos de los hombres
hay también la noción de transcendencia:
la intuición de un Poder que sea supremo,
una suma Felicidad e Inteligencia.
Es lo que llamo Dios, o Ser Supremo,
o el Absoluto (el nombre ahora no importa),
y es dimensión vertical del ser humano
e incipiente en su estadio evolutivo.
Es un campo delegado muchas veces
en las así llamadas religiones
que cumplen su misión hasta el momento
en que no basta lo que oímos de terceros.
La intuición de lo infinito aunque sea oscura,
es algo a trabajar y a hacerlo cierto
para poder vivir en realidad su maravilla;
los modos son: meditación, oración y silencio.
Meditar es dirigirse hacia el foco
de nuestro yo profundo, hacia la fuente,
y desde allí en oración a lo de arriba
dejar luego al silencio la respuesta.
…
(Antonio Blay)
© albertotrocóniz / 12
Texto de: “EN COMPAÑÍA DE LOS SABIOS”
Texto de: “EN COMPAÑÍA DE LOS SABIOS”
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