Mefisto.
Esperemos aquí venga La Bruja
que habrá ido al bosque a recolectar hierbas
necesarias a preparar sus pócimas,
o bien haya marchado al aquelarre
montada sobre escoba con que barre
llevando al gato de mascarón de proa.
Fausto.
Me repele la hechicería estúpida;
¿cómo tendrán mis males un remedio
si han de salir del caos de esta cocina?;
¿buscar ayuda en una hembra revieja?
¿y tanta mugre en artes culinarias
podrán quitarme los treinta años de encima?.
Pues estoy apañado Mefistófeles
si tú no sabes nada mejor que esto:
¿es que no existe acaso algún remedio
que sea natural, que un noble sabio
no lo haya producido entodavía
y como viagra pudiera yo adquirirlo?
M.
Sí, hay un secreto a conservarse joven
usando medios del todo naturales:
levantarse temprano, vida sana,
frugalmente comer, cavar la huerta,
luego abonarla con propios excrementos,
abstenerse de excesos y placeres
de cama y mesa, los intelectuales…
serás un mozo así hasta los ochenta.
(Se explica la cosa en otros libros
que proliferan llamados de autoayuda)
F.
El panorama no resulta atractivo,
me repugnan los libros y más esos;
sigamos con el plan preestablecido.
(luego ojeando una revista porno)
¿Has visto qué mujer?, ¡oh mamma mia!,
la deseo con todos mis sentidos
aun no me alcancen por bajo fuerzas físicas;
nunca yo viese una hembra semejante
… como tampoco lo que ahora ven mis ojos;
quizás traiga el remedio a mis carencias.
(Llega La Bruja que cae de chimenea
sobre el caldero hirviente descuidado
por la tribu de monos que lo asisten)
Bruja.
¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!! sucio animal maldito
al ama escaldas no atendiendo al potaje,
y vosotros ¿quienes diablos sois intrusos?,
¿qué queréis?, ¿por donde habéis entrado?.
M.
Tú, vieja chocha, acaso aún no conoces
a tu amo y señor, debiera castigarte
a ti y a tus engendros de mascotas,
toda esa tropa de simios aulladores.
¿No tienes ya respeto al jubón rojo,
ni a la pluma de gallo en el copete?;
¿es que así obligas a revelar mi nombre?.
B.
Señor disculpad mi negligencia,
mas no os veía lucir patas de chivo
ni el par de cuernos, ¿dónde los ha dejado?.
M.
Hace mucho que tú y yo no nos vemos
y mientras tanto quizás me he puesto al día:
ya no se lleva aquella vieja imagen
con cuernos, rabo y garras afiladas;
la cultura barniza a todo el mundo
y hasta al mismo diablo le ha alcanzado:
me he hecho limar los cuernos y las garras,
patas de chivo aun sean irrenunciables,
las llevo en disimulo junto al rabo
bajo los pantalones de pitillo.
B. (bailando)
¡Me vuelvo loca, no quepo de contento,
pues torno a ver a mi señor Satán!.
M.
Mujer te ruego no digas tal palabra.
B.
¿Es eso malo?, ¿qué pasa con el nombre?.
M.
Llevaba mucho tiempo con su uso
y ya no le metía a nadie miedo;
dime “Señor Marqués (de Gorgonzola)”
que caballero soy como el primero
con sangre azul y con escudo de armas:
míralo, este que ves aquí (hace la higa).
B.
¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡qué cosas se le ocurren,
sigue siendo el pícaro de antaño.
M.
Has visto amigo, así trato a las brujas.
B.
Pues bien señores en qué puedo servirles.
M.
Un buen vaso del zumo que tú sabes,
pero de aquel que guardas más añejo
y con el tiempo potencia su virtud.
B.
De acuerdo pues, voy a sacar un frasco
del que yo misma a veces también chupo
y que a mayores tampoco huele mal;
mas si bebe sin estar preparado
no vivirá tan siquiera una hora.
M.
Le sentará muy bien, es de los nuestros,
quiero que pruebe de tu mejor brebaje;
di tus conjuros, cierra el círculo mágico
y dale un vaso repleto hasta las heces.
(La Bruja con gestos extraños traza un círculo)
F.
Pero decidme ¿de qué va todo esto?;
de sobra me conozco y aborrezco
manidos trucos junto con gestos locos,
burdos engaños de pésimo mal gusto.
M.
¡Vaya por dios!, no seas picajoso,
ella debe de hacer esos visajes
para así valorarse como médico;
deja pues que realice sus ensalmos,
considéralo cual si fuese una broma
y ¡entra ya al círculo formado por los monos!.
(Ahora La Bruja recita incoherencias)
F.
Qué estupideces no estará diciendo;
siento que me estallara la cabeza
o así escuchase a un coro de dementes.
M.
¡Baste ya pues esforzada Sibila!,
trae la bebida en una copa grande,
que a mi amigo tu vino no hará daño:
es un hombre también de muchos grados
(licenciado, doctor y catedrático)
que otros tragos ha habido de pasar.
(La Bruja le da la copa a Fausto
que al llevarla a los labios prende en flama)
M.
¡Venga adentro, apúrala de un sorbo!;
¿quién dijo miedo?, tuteándole al diablo
no deberías recelar de las llamas.
B.
Id en buena hora y que aproveche el trago.
M.
A agradecértelo pídeme algo en Walpurgis.
B.
Pues si dios quiere será un baile agarrao.
M. (a Fausto)
¡Vamos deprisa deja ahora que te guíe!,
lo tienes que sudar a que haga efecto
y su fuerza te invada dentro y fuera.
¡Deja de regodearte en esa imagen
de la chica desnuda en la revista!;
te enseñaré a apreciar “la dolce vita”
y pronto notarás tú como Eros
despierta y brinca en interior de miembros
y así has de ver a Helena en toda hembra.
… … …