A mediados de febrero celebraba
la Grecia antigua festival de Anthesterias,
con ello honraba a las flores y a los muertos
—entrambos soterrados moradores—
como también al vino consumido
en grandes dosis en honor a Dionysos.
Abrían su templo cerrado todo el año,
luego un actor a la sazón electo
luego un actor a la sazón electo
montaba en carro que figuraba un barco
y acompañado de una corte de sátiros
enmascarados (de aquí los carnavales)
y de ménades en poses sicalípticas
recorría en procesión con gran bullicio
las calles de la polis en Atenas.
Desfilaban con cánticos y bailes
al son de chirimías, tamboriles,
flautas y pífanos, que junto al griterío
de los jóvenes patentemente ebrios
a quien se unía la gente disfrazada
como de zombies y de muertos vivientes,
hacían estruendo infernal, lo que causaba
estupor y terror a espectadores
cual si se apareciesen los difuntos.
Se abrían ritualmente grandes jarras
del vino nuevo evocando los poderes
que posee la tierra en sus entrañas
que es capaz de anular el raciocinio
(había concursos a ver quién más bebía)
para dar paso a fuerzas inconscientes
poniendo en conexión con inframundo
y así relacionarse con los muertos.
Ante máscara de Baco se mezclaban
diversos mostos por las catorce vírgenes,
derramándolo después sobre los suelos
para dar de beber a los difuntos;
ellas también ayudaban en ritos
de hierogamia a la sacerdotisa suma
con figurante en el rol de Dionysos.
Se daba vino a los niños pequeños
a partir de la edad de cuatro años
para integrarlos en sociedad y en fiestas
también a jóvenes que hacían de las suyas,
y a las muchachas vírgenes montando
en columpios al tiempo de excitarse
iniciándose en prácticas lascivas.
A lo largo de tres días se rendía
culto a las flores, a almendros florecidos,
a la fecundidad, al sexo libre,
a la ebriedad sagrada dionisíaca
y a difuntos en “rendezvous” de averno.
Todo era un desenfreno, un pandemónium
en las jornadas en que duraban fiestas
conjurando los temores por los muertos,
al cabo de las cuales se empleaban
a bastonazos dispersando a remisos.
a bastonazos dispersando a remisos.
La tradición pasa de Grecia a Roma
en lo que fueran las fiestas Lupercales,
y no pudiendo la represión con ello
—por más que Estado e Iglesia lo intentasen—
son el antecedente a carnavales
que en estos días también celebraremos.
© albertotrocóniz / 17
Texto: de “POEMAS DEL RITO”
Imagen: “La Juventud de Baco”
de William-Adolphe Bouguereau (1884)
de "MUSEO"
de "MUSEO"
Otros enlaces “Post”-relacionados
en el Tablero “POEMAS DEL RITO, EL MITO, EL SÍMBOLO”
No hay comentarios:
Publicar un comentario