sábado, 3 de mayo de 2014

PACTO RENOVADO



I  PRELUDIO

Cantaba el irisado petirrojo
en la verde arboleda de los bosques
bajo un plomizo cielo gris-marengo
cargado de amplias nubes cenicientas.

A lo lejos velado en difumino
se divisaba el blanco-cal del pueblo
con sus plazas en sombras de morados
y sus patios con parras verdi-negras.

Los tejados carmines apagados 
y las calles en tintes tierra-siena;
desde iglesia la campana de bronce
—pátina en cardenillo— daba en quejas.

Alcores verdes en todas las subgamas,
dispersas matas de tonos azulencos,
y en un completo espectro de colores
florecillas silvestres por praderas.


II  SE ANUNCIA LA TORMENTA

A vera del camino en gamas ocres
y rojas amapolas por sus flancos
arrastraban barnices de oro-viejo
las hojas por el suelo de alameda.

Zumbantes entre flores rosa-pálido
los insectos de abdomen negro-laca
portan en élitros de mil irisaciones
el polen amarillo que trasegan.

Ya libado a mieles lo dorado
de encendidas corolas policrómicas,
abejas industriosas, musicales,
tornan al terracota de colmenas.

Los musgos malaquita como alfombra
tapizaban en rocas gris-amianto;
arriba panzas de nimbos con ribetes
cual de plata gastada estremecieran.


III  PRIMERAS GOTAS

A orillas de un arroyo azul-cobalto
los juncos verde-jade ensombrecidos;
las gotas salpicaron superficies
y el tapiz esmeralda de riberas.

Los odores balsámicos intensos
difundidos por hierbas aromáticas
mutaron en olor ese de ozono
que de un azul-eléctrico se piensa.

Perdices de plumajes ambarinos
y tórtolas en nidos ya se guardan;
los conejos y liebres sorprendidos
buscan presto refugio en madrigueras.

De los montes rojizas cresterías
reflejaban en ópalos del lago;
apresurando pendientes jaspeadas
descienden los rebaños blancos-crema.


IV  DESCARGA LA TORMENTA

Revestíanse de púrpura las nubes
con gasas y con chales en magenta
cual joyas de amatista y lapislázuli
en vitrales soñados de su esfera.

El cielo con el astro de toronja,
de repente mutó en azul de Prusia
y velos transparentes caen y empapan
los céspedes cerúleos de laderas.

Morados tules, rasgaron los celajes,
relámpagos de luz arco-voltáico
iluminando de alberos fantasmales
por orillas del cauce en galba arena.

Tras la cortina grisácea de la lluvia
borrábanse las tintas dando en mates:
los campos derivando al verde-oliva,
los cielos a su vez hacia el gris-perla.


V  ARCO IRIS

Después de que la lluvia descargase
de nubes del color de la pizarra,
el astro como enorme mandarina
asomó tras blancuzcos algodones.

Al punto en que se abrieron los azules
el campo transmutó en verde-turquesa
y en masas de los álamos mecidas
espejearon partículas argenta.

Los violáceos plumajes de estorninos
salpicaron de oscuro los brillantes
campos recién regados de lavanda
perfumados en luz que los celebra.

Rubricando de nuevo el arco-iris,
pareciera sellase ese gran pacto
—hasta hoy día por siempre mantenido—
que suscriben los cielos con la tierra
de a veces con la lluvia fecundarla
cual Júpiter con Dánae tal hiciera.




© albertotrocóniz / 14
Texto: de "POEMAS DEL GOZO”
Imagen: de "FOTOPINTURA"
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