Es un día perfecto y luminoso,
la paz se hace presente en toda cosa:
en las nubes del cielo pasajeras
y en montañas azules a lo lejos;
en el cañón del río y los cortados
que resaltan las sombras arrojadas
por contrafuertes, murallas, torreones
circundados de buitres que planean;
en los verdes sutiles y variados
de la arboleda que baja hasta la orilla
a mirarse al azul que allí refleja
por las aguas tranquilas que a mí fluyen
… al pie de la atalaya, aquí diviso
un mundo que no pasa, que no cambia
con días ni con años, por los siglos
siempre variante y siempre permanente.
Es plenitud y la hora mediodía
—un punto quieto en el fulcro del tiempo—
la centenaria encina me da sombra
y hay mil ruidos anónimos de pájaros;
el aire es cálido y zumba algún insecto,
viene olor perfumado de las jaras,
la parra trepadora por el porche,
los colores de colada extendida…
Ayudo a mi mujer a tender ropa,
después va y viene en la casa atareada,
le da agua al perro —ella de nada olvida—
permite incluso le lea este poema.
¡Qué gran silencio el que sostiene todo!:
al pájaro, al insecto y al paisaje,
a la ropa y al aire que la seca,
bajo acciones triviales o “importantes”…
todo esto que contemplo aquí por fuera:
esto que ahora se vive de por dentro.
© albertotrocóniz / 12
Texto de: "POEMAS DE LA VIDA EFÍMERA”
Imagen de: "FOTOPINTURA"
http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2012/09/es-un-dia-perfecto-y-luminoso.html
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