martes, 13 de diciembre de 2011

ELOGIO DEL SEPPUKU O HARAKIRI

Hay ciertas cosas que se van perdiendo 
por la falta de práctica estos días: 
entre ellas el "Seppuku" o "Harakiri",
suicidio ritual que aquí compendio.

El pueblo japonés lo ha pergeñado 
para aquel que se enfrenta a ese dilema 
del escoger bien deshonor o muerte
y así lavar con sangre culpas viejas.

Quizá haya circunstancias del destino 
que nos lleven a tal encrucijada: 
antiguos samurais tenían muy claro
el camino a tomar si a eso llegaban,
y de tal ocasión hicieron rito 
con la solemnidad que ello merece 
estableciendo con precisión un método 
que implica a grandes rasgos lo siguiente: 

El lugar ideal a acometerlo
es el parque de un templo sintoísta 
y la época mejor la primavera 
con cerezos en flor de alegre vista:
el aire fresco, las flores en la hierba, 
el vuelo y el piar de golondrinas; 
todo ello invita a venerar la vida 
intensamente, ya a punto de perderla.

Entramos hacia altar de los ancestros, 
hacemos reverencia a los testigos; 
nos acompaña algún amigo íntimo
que porta una katana (aguza el filo);
bien derechitos, sobre los talones
nos sentamos en suelo de tarima:
del incienso quemado, intenso aroma;
fíltrase una luz suave en bambalinas.

Delante de nosotros mesa baja, 
recado de escribir: pincel y tinta 
a más papel de arroz, algunos pliegos, 
y para el sake también una tacita;
se compondrá un pequeño poema, 
por ejemplo al canto de la alondra 
(se considera mal gusto el extenderse 
en mil lamentaciones a dar pena);
el padrino nos sirve el vino sake
en la taza, bebemos de dos sorbos;
de uno no (pues pareciese angustia), 
ni de tres (que duda indicaría).

Después de un brevísimo silencio
del ropaje el torso liberamos;
con una daga corta y afilada 
de izquierda a diestra el vientre nos rajamos. 

Muy importante es mantenerse erguido 
no cayendo cual fardo hacia un costado;
antes que tal suceda nos asesta
el golpe de su espada amigo al lado;
debe mostrarse muy hábil procurando 
no desprender del todo la cabeza, 
no vaya a ser que ruede dando tumbos
y salpique a la audiencia haciendo afrenta. 

Hay que evitar aquello que sea impropio 
de un caballero en trance de la muerte:
hasta el final suprema la elegancia
que aquí formal sea trasunto de la ética;
resulta lamentable en estos tiempos 
no haya aprecio y cultivo de etiqueta; 
ya no hay liturgias, ni el público lo exige
y todo vale cuando el honor no cuenta. 

Yo lanzo desde aquí mi "cuarto a espadas" 
a un nutrido muy esperado elenco 
de banqueros, políticos, mangantes…
por si animados con esto se atrevieran;
¡cuántas faltas no les disculparíamos 
si a ceremonia fuesen decididos!, 
mas por favor absténganse en variantes 
de tosca zafiedad: pegarse un tiro…
o colgarse con soga de una viga, 
o con pesos lanzarse a pozo o río; 
si se ha de hacer, pues hágase a lo grande, 
por la puerta de atrás resulta indigno.

La clase la demuestra en su elegancia
hasta el final quien sea un caballero, 
y hecho de modo artístico el momento, 
lo hace de oscuras faltas redimido.

Si el honor queda a salvo respiramos,
el universo se libra de una deuda; 
si no hubo probidad, si valentía
y la balanza retorna al equilibrio.

Salimos ya al jardín reconfortados,
del cadáver en pos en comitiva; 
la primavera, el canto de los mirlos, 
los cerezos en flor… sigue la vida.


© albertotrocóniz / 11
de: "TAL COMO LO VEO"
Imagen: variante del cartel de la película "Harakiri" de Masaki Kobayashi 


Otros enlaces “Post”-relacionados
en el Tablero “TORRE DEL HOMENAJE”:

2 comentarios:

  1. http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2012/05/elogio-de-harakiri-en-primavera.html
    http://tinyurl.com/yark3eqr

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