por la falta de práctica estos días:
entre ellas el "Seppuku" o "Harakiri",
suicidio ritual que aquí compendio.
El pueblo japonés lo ha pergeñado
para aquel que se enfrenta a ese dilema
del escoger bien deshonor o muerte
y así lavar con sangre culpas viejas.
Quizá haya circunstancias del destino
que nos lleven a tal encrucijada:
antiguos samurais tenían muy claro
el camino a tomar si a eso llegaban,
y de tal ocasión hicieron rito
con la solemnidad que ello merece
estableciendo con precisión un método
que implica a grandes rasgos lo siguiente:
El lugar ideal a acometerlo
es el parque de un templo sintoísta
es el parque de un templo sintoísta
y la época mejor la primavera
con cerezos en flor de alegre vista:
el aire fresco, las flores en la hierba,
el vuelo y el piar de golondrinas;
todo ello invita a venerar la vida
intensamente, ya a punto de perderla.
Entramos hacia altar de los ancestros,
hacemos reverencia a los testigos;
nos acompaña algún amigo íntimo
que porta una katana (aguza el filo);
bien derechitos, sobre los talones
nos sentamos en suelo de tarima:
del incienso quemado, intenso aroma;
fíltrase una luz suave en bambalinas.
fíltrase una luz suave en bambalinas.
Delante de nosotros mesa baja,
recado de escribir: pincel y tinta
a más papel de arroz, algunos pliegos,
y para el sake también una tacita;
se compondrá un pequeño poema,
por ejemplo al canto de la alondra
(se considera mal gusto el extenderse
en mil lamentaciones a dar pena);
el padrino nos sirve el vino sake
en la taza, bebemos de dos sorbos;
de uno no (pues pareciese angustia),
ni de tres (que duda indicaría).
Después de un brevísimo silencio
del ropaje el torso liberamos;
con una daga corta y afilada
de izquierda a diestra el vientre nos rajamos.
Muy importante es mantenerse erguido
no cayendo cual fardo hacia un costado;
antes que tal suceda nos asesta
el golpe de su espada amigo al lado;
debe mostrarse muy hábil procurando
no desprender del todo la cabeza,
no vaya a ser que ruede dando tumbos
y salpique a la audiencia haciendo afrenta.
Hay que evitar aquello que sea impropio
de un caballero en trance de la muerte:
hasta el final suprema la elegancia
que aquí formal sea trasunto de la ética;
resulta lamentable en estos tiempos
no haya aprecio y cultivo de etiqueta;
ya no hay liturgias, ni el público lo exige
y todo vale cuando el honor no cuenta.
Yo lanzo desde aquí mi "cuarto a espadas"
a un nutrido muy esperado elenco
de banqueros, políticos, mangantes…
por si animados con esto se atrevieran;
¡cuántas faltas no les disculparíamos
si a ceremonia fuesen decididos!,
mas por favor absténganse en variantes
de tosca zafiedad: pegarse un tiro…
o colgarse con soga de una viga,
o con pesos lanzarse a pozo o río;
si se ha de hacer, pues hágase a lo grande,
por la puerta de atrás resulta indigno.
La clase la demuestra en su elegancia
hasta el final quien sea un caballero,
y hecho de modo artístico el momento,
lo hace de oscuras faltas redimido.
Si el honor queda a salvo respiramos,
el universo se libra de una deuda;
si no hubo probidad, si valentía
y la balanza retorna al equilibrio.
Salimos ya al jardín reconfortados,
del cadáver en pos en comitiva;
la primavera, el canto de los mirlos,
los cerezos en flor… sigue la vida.
© albertotrocóniz / 11
de: "TAL COMO LO VEO"
Imagen: variante del cartel de la película "Harakiri" de Masaki Kobayashi
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grazie buona ispirazione
ResponderEliminarhttp://albertotroconiz.blogspot.com.es/2012/05/elogio-de-harakiri-en-primavera.html
ResponderEliminarhttp://tinyurl.com/yark3eqr