sábado, 14 de noviembre de 2015

DEMOCRACIA VERSUS DEMOGRAFÍA

Si queremos perviva la cultura
occidental y acrecer esa herencia
recibida de Grecia y luego Roma,
del Judeo-Cristianismo y de Las Luces
con los logros magníficos en campos
de humanidades, las artes y las ciencias
asociadas a un desarrollo técnico
asombroso para el progreso humano 
(al menos en aspectos materiales)…

Entonces si queremos todo esto
preservar en nuestra vieja Europa,
resultan democracias imposibles
en la forma en que las conocemos
con sufragio universal y paritario;
tal como está, ello implica el desastre
a medio plazo y al ritmo que llevamos
—y mucho más con el que llevaremos—
en tendencia imparable demográfica
de la natalidad del extranjero.

Aquí extranjero se refiere ante todo
a quien lo es alienado de cultura
en la que vive pero en que no se integra
manteniendo sus costumbres atávicas
pues el país de acogida lo tolera.

Tal es el caso del Islam con teocracia
anclada en la Edad Media y enemiga
del laicismo imperante en occidente
y envidiosa de logros conseguidos
frente a su inanidad desde hace siglos
con complejo de inferioridad patente.

Su venganza es callada y sibilina:
nos invaden, una invasión discreta
a base de los vientres de mujeres
paridoras de multitud de hijos
muchos más que los de las familias
tradicionales —"cristianas" o "modernas"—
imbuidas de costumbres hedonistas.

Conceptos imperantes a la moda
en civilización adormecida
de un Occidente en franca decadencia
con su "buenismo", "papeles para todos",
la apertura de fronteras sin recato,
el subsidio indiscriminatorio,
la "alianza de civilizaciones"…

facilitan al cabo esa estrategia
al promover el efecto llamada
de masas indigentes de otras partes
que ven aquí en Europa una salida
a sus modos de vida miserables.

No importa que sus países bien pudieran
implementar los medios productivos
a procurar bienestar para esas hordas
pues normalmente poseen los recursos,
aun sea desgracia que el tirano de turno
y su círculo de casta dirigente
desvíen hacia sí toda riqueza;

buscarse entonces la vida en otro sitio
es natural aspiración legítima
y ademàs ello se corresponde
con la necesidad de mano de obra
de unos Estados que le alzan las barreras.

Mas lo que es asumible a cierta escala
es un suicidio si tal se desorbita;
cuando un avión o un barco ya están llenos
a nadie más subir se le permite
pues los medios son siempre limitados:
se impone establecer pues, prioridades.

Y no es sólo un problema en lo económico;
me refiero sobre todo a aquello
que agrede los pilares de cultura
en que se basa nuestro modo de vida
que ha hecho posible llegar donde ha llegado
y no se puede poner en entredicho
aun hayan de corregirse defectos.

La democracia como hoy en día se entiende
de "un hombre un voto"
resulta ser la mera ley del número:
no calidad, tan sólo cantidades
es el criterio en base al cual se rige
y es tratar por igual a desiguales:
al moro ignaro igual que al catedrático.

Si tal persiste, entonces despidámonos
a corto-medio plazo en ser capaces
de refrenar la enorme marea humana
que nos invade, se instala y reproduce
a un ritmo exponencial de crecimiento
con derechos civiles adquiridos
y económicos con pingües subvenciones,
por lo que al cabo de dos generaciones
nos regiremos conforme a otros valores:
las mujeres habrán de llevar velo,
los hombres "culo en pompa" en la mezquita…

¡Despierta del letargo ya Occidente!
y modifica las reglas de tu juego;
recuerda cuáles fueron los orígenes,
vuelve los ojos a Grecia, hacia su ágora,
e inspírate en aquella democracia:

la de unos pocos miembros de una élite
discutiendo a tomar las decisiones
convenientes al destino de la "polis"
e inventores también de "xenofobia"
(la cual palabra deviene positiva
si el extranjero resulta un terrorista).

"Meritocracia" sería nombre apropiado
cuando tal élite lo fuese por virtudes
en el servicio prestado a cosa pública;
propongo desde aquí que se matice
el valor de los votos en recuentos
ponderándolos con algún coeficiente
desde un baremo claro y consensuado
cuyo objetivo final al cabo sea
preservar e incrementar características
de civilización que valoramos:
la occidental, la avanzada, … la nuestra.

No se pretende con ello excluir a nadie:
que todo el mundo mejorar su status pueda
acrecentándolo a base de los méritos
profesionales, morales… —no económicos—
que contribuyan a avances en cultura;
constituiría también un acicate
a un esfuerzo mayor por la res-pública.

¿Élite dirigente?, lo prefiero
al dictado inconsciente de las masas
proclive como siempre a demagogias
y abocados —llevados de corrientes
en futuro cercano ya palpable—
a ver inermes que del recuento sale
por el preñado vientre de las urnas,
un partid@ de barbados marmolillos
que erija en dictador a su ayatollah 
y al resto nos impongan la Sharía.




© albertotrocóniz / 15
Texto: de “TAL COMO LO VEO”
Imagen: “Mona Lisa va Velata”
sobre el cuadro de Da Vinci.

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en tablero “PASTORES DE PUEBLOS…”:

1 comentario:

  1. http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2015/11/democracia-versus-demografia.html
    http://tinyurl.com/jo4wr9o

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