Era don Pitas Payas un pintor de Bretaña,
casó con mujer joven que amaba la compaña…
No abandones tu dama, no dejes que esté quieta,
siempre requieren uso mujer, molino y huerta…
Dijo don Pitas Payas: Dueña de la hermosura,
yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.
siempre requieren uso mujer, molino y huerta…
Dijo don Pitas Payas: Dueña de la hermosura,
yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura
para que ella os impida hacer cualquier locura.
Contestó: Monseñer, haced vuestra mesura…
(Libro del Buen Amor)
Vagaba errante esquivando bicicletas
un servidor en la ciudad de Amsterdam;
celebraban allí por esas fechas
su fiesta gay en medio un gran jolgorio
y atestaban las calles "perro-flautas"
bajo nubes de marihuana densas.
Se hizo el sol de repente entre aquel humo:
bajo nubes de marihuana densas.
Se hizo el sol de repente entre aquel humo:
como una diosa “pop” tú apareciste
subida a un pedestal en la amplia plaza,
desnudo el cuerpo, mas pintarrajeado
con los colores que luce el arco iris
(quiero creer que era por el evento
y no por que tu rollo fuese de ser lesbiana).
Se congregaron cual obrado de ensalmo
adoradores múltiples en torno
predominantemente allá iban machos
de toda edad: mozos, hombres, ancianos;
muchos turistas —entre ellos me contaba—
quizá ya hartos un tanto de museos
agradecíamos esa belleza viva
que en un cuerpo tan joven se mostraba.
Nos acercamos; por un pequeño óbolo
recaudado de artista, un "Jackson Pollock"
con la potra de haberte como lienzo,
permitía el acceso a la madona
para hacerse con ella allí (la foto).
Tú virgen protectora (o no tan virgen)
en comprensión infinita sonreías
a aquellos "fieles" que se te arrimaban
a aquellos "fieles" que se te arrimaban
y rodeabas con torneados brazos
cual de serpiente en Árbol de la Ciencia,
cuello y hombros cansados del viajero
tan fatigados por mochilas y cámaras.
Cumpliendo el rito yo me acerqué temblando
pues siempre impone el cuerpo de una chica
que a sí te atrae e invita a recogerse
con sonrisa divina (aun mercenaria)
asiendo por el talle (no manchaba)
con tan a mano el culete perfecto
(que había visto aproximando el caso),
cabe los pechos pintados en dianas.
Dos bellos blancos, si bien coloreados,
puntos de mira a pulsiones salaces
de Acteones en densa selva urbana
para adorarte ¡oh Diana cazadora!,
y a aquellas piezas que por tu vera pasan
ofreciéndote tú como señuelo
en calipigia asaz coloreada
… al turista masculino que te atisba
como antes muchas veces ha admirado
los desnudos en cuadros y en estatuas
en el ámbito estéril de museos;
pero aquí se trataba de otra cosa:
de carne viva, tan tersa y palpitante
imbuida en la energía de su aura
comulgante con la tuya estando próxima.
Me emocionó fuese en colores patrios
una tetilla que era en queso de bola,
y ya se sabe, cuando lejos se añora
contacto maternal con seno ubérrimo;
otro en contraste como enorme ciruela
o manzana a morder en paraíso
quizá era el postre servido en gama ciánica.
Flechado el corazón en un instante
sentía el ánimo subir enardecido
haciendo disparasen sueños lúbricos
cuales produce de cerca una hembra joven
que está desnuda, más si cabe tintada
en colorines chillones esplendentes
como diosa de templos que hubo en Grecia.
Ya después supe —no quisieron los hados—
que yo también podría haber aplicado
previo pago tasado de su importe
cual es costumbre en tierras del hereje
—ya no mera moneda mas billete—
colores a lo largo de tu cuerpo;
sinceramente, no me habría importado
el recorrer tus curvas con pigmentos
hasta llegar a algún "prohibido el paso".
Chica lista (además de estar muy buena);
una pequeña fortuna había en la caja,
mientras que Batman, o un Payaso envidioso;
la misma Muerte con capucha y guadaña,
para hacerse la foto de recuerdo
apenas se "comieron una rosca".
Toda esa tarde la pasé obsesionado
por las sabias cuestiones que Carmena
plantease oportuna en Vaticano
sobre causas por cuales jovenzuelos
se preguntan razones de "ir de putas"
y solución en "cultura de cuidados";
sea lo que fuese me figuraba en cielos
de siete esferas que eran quesos de bola.
Ya anochecido en otro tour turístico
por "Barrio Rojo" mis ojos te buscaron
por las vitrinas inmersa en luz de neón,
mas he de confesar que inútilmente.
Al cabo un rato te divisé en terraza
gastando las ganancias con el chorvo
que te pintase por ahí todos los días
como en nueva versión del "Pitas Payas";
no sólo Rembrandt o Vermeer da la Holanda.
© albertotrocóniz / 15
Texto: de “LA ESPUMA DE LOS DÍAS”
Imagen: “Turista cabe Holandesa”
de “FOTOFILTRADA”.
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