¿Qué más pudiera inspirar en el poema
su motivo y su disparadero,
sino la música que de escenario alcanza
junto al aroma de tu presencia suave?.
Un aleteo de formas que se ciernen;
mórbidas bajan y dulcemente pósanse
de una nube rosacea, una nubola
transida en rayos del padre Sol fecundo.
Nobles acordes surgen del éter fértil
y pervaden cual perfumadas flores:
son espadas doradas que penetran
en la tiniebla azul de los sentidos.
Como hiriendo los ojos que en ti miran
reverberan en el silencio áulico;
alguna pausa y vuelve a alzarse música
en un lapso que enteros siglos fuera.
El aleteo de blancas partituras:
impronta dan a mil voces en canto
al filo de la dicha, propiciándola
modulan la belleza sus arpegios.
Arpa quebrada, en mi tus manos pulsan:
busco un camino que haga salir del bosque,
busco senderos que lleven hacia el fuego
de velos que se tiendan en la tarde.
Proclamo hacia los puntos cardinales
mi circunstancia de enamorado crónico
y condición de preso en tu mazmorra,
en dulce ergástula dichoso en tu visita.
Como entre rejas se divisa el cielo;
son sus barrotes líneas del pentagrama:
son sus barrotes líneas del pentagrama:
un claro cielo y apenas una nube
viene de lejos, se acerca, deshilacha…
sólo el azul por siempre, siempre claro,
¡oh transparente espejo!, ¡oh transparencia
de notas investidas de mi anhelo!.
© albertotrocóniz / 15
Texto: de “POEMAS DEL GOZO ”
Imagen: de “FOTOPINTURA”
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