Dicen recientes investigaciones:
vivimos en rincón del universo
de un supercúmulo de “clusters” de galaxias
con un trillón más o menos de estrellas;
su forma vista en los ordenadores
curiosamente recuerda a mariposa
por las inmensidades volandera;
le han dado un nombre hermoso en hawaiano:
“cielo inmenso”; se dice "Laniakea"*.
Mas me niego a admitir ser mero objeto
dentro de "cajas chinas", aun muy grandes:
supercúmulos de clusters de galaxias
de estrellas, sus planetas, y entre ellos
uno pequeño que dan en llamar Tierra
que entre millones aloja dentro un cuerpo
y este un cerebro plagado de circuitos
con células, moléculas y átomos
divididos en partículas vibrantes
en medio enormidad de sus vacíos,
lo cual produce —dicen— pensamientos
como este de ser un mero objeto
dentro de "cajas chinas", aun gigantes:
supercúmulos de clusters de galaxias…
Mas lo real es por cierto al contrario:
los mundos no me crean, creo los mundos;
la maravilla es que soy la Conciencia
que crea todo en el aquí y ahora
con pensamientos del tiempo y del espacio
y de materia a sustentar engaño.
No hay espacio —pequeño o fabuloso—
y no hay tiempo —pretérito o futuro—
ni hay tampoco la llamada materia
—tan sólo es luz, al cabo pensamiento—
todo es aquí, todo es en este instante,
todo es la percepción en mi conciencia,
nadie tiene experiencia más que de esto:
¡apliquemos el método científico!;
examina si el resto es inferencia.
La luz proyecta la imagen de ese equívoco
que es espectacular y fascinante,
en baile de los velos de la Maia
con su despliegue de formas y universos
que me hipnotizan y quedo a ello prendado;
¿perdida la cabeza en borrachera
por el vino especiado del que bebo
en convite de bodas al que asisto
del primogénito de una mujer estéril (!?);
¿todo resulta pues ser oxímoron?…
Dios necesita el que haya dualidades
para a sí mismo al cabo conocerse
en "Lyla" o juego al escondite cósmico
en pugna temporal de los contrarios
con Yin y Yang danzantes en la Maia
en los que tejen las redes del engaño
… y que despliega su aspecto trinitario
recreándose en el "Sat, Chit, Ananda"
de la Energía, el Amor e Inteligencia
(i.e. del Padre, Hijo y Espíritu Paráclito)
… después disperso en multitud de rayos
dando sombras chinescas proyectadas
en variedad de espectrales objetos
que buscan esa luz que les da origen
olvidada su esencia: la pantalla.
Vete a dormir: inmerso en los ensueños
(cual de palacio en laca y malaquita
acompañado de sugerentes geishas),
el cuerpo ¡ay!, ha un rato desconexo
dejada en la vigilia su materia
… mas no aún el tiempo ni tampoco el espacio
quedando en lo que son: meros conceptos
a sustentar las imaginaciones
de una mente ya exenta de las masas
que así ya viaja librada de esa traba;
un paso más y esto aún lo abandonamos
en el dormir profundo donde somos
pura conciencia pero sin pensamiento:
lo manifiesto ha vuelto a sumergirse
dentro del Ser sin más, sin atributos,
que es lo que soy en mi más pura esencia:
inmaterial, intemporal, ubicuo…
Uno e intocable en mi vacío moro
capaz de acoger mundos y universos
cuando retome engaños del ensueño
tanto pequeños como a una escala inmensa
cual las obras maestras de vigilia:
cósmicas mariposas… Laniakeas.
Sí, al fin y al cabo eres el dios…
¡despierta!.
© albertotrocóniz / 14
Texto de: “LA BÚSQUEDA INCESANTE”
Imagen de Ordenador del Supercúmulo
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