El antiguo dolor del que creyese
haber sido curado, esa punzada
del recuerdo de ti que hoy me visita,
cada vez que respiro me acomete
… por tu persona de la que ya me alejo,
a la vez tú muy cerca y muy presente,
serás la copa de la que más no beba
ahogado en mar de sed al no tenerte.
Vienes a mí en la memoria grata
cuando en pozo de tus ojos fui anegado;
cuando en pozo de tus ojos fui anegado;
de aquel tiempo sin tiempo compartido
ante tu porte esbelto hipnotizado.
Y si bien al principio protegíame
con algún truco de aquellos que tú usabas
y aunque por cierto tuve que amenazarte
paseando mi cuchillo por tu cara…
como ya hiciese en Troya con caballo,
introduje mi potro en tus murallas
que luego de causar un gran incendio
hizo rendir resistencia al alcázar;
después de derribadas las barreras
en tu lecho cual campo de batalla
y una vez ambos salidos vencedores
fuese cual juego volver a las andadas.
Allí tu risa urgiendo serpentina,
luego tus manos sobre mi espalda blandas
con ese aroma intenso de violetas
que el lujoso recinto perfumaba…
Allí obraste tu magia y curaciones
cuando aplicabas el bálsamo a mi herida;
después yo en pago a su vez te refería
las aventuras de mi regreso a casa.
Poco a poco creció la confianza
entrambos dos: el guerrero y la maga
logrando al cabo rescatar a las víctimas
después yo en pago a su vez te refería
las aventuras de mi regreso a casa.
Poco a poco creció la confianza
entrambos dos: el guerrero y la maga
logrando al cabo rescatar a las víctimas
por tu mirar previamente hechizadas.
Era el varón para ti como un cerdo,
leones o lobos a incrementar piaras,
hasta que al fin cuando me conociste
cambió el amor la idea equivocada.
Noches de sexo pobladas de visiones
de arcanas realidades desveladas
al embarcarnos en pasión de los cuerpos:
nave lunar a lo oscuro lanzada.
Pasaron años, quizás fuesen milenios,
—pues ya se sabe: el coito es cual la muerte—
hasta sentir la llamada del sino:
la de volver a brazos de Penélope.
Una corriente noto salir del pecho
que se dirige a ti y es dolorosa
por la pasión que en más se ve frustrada
privada de su droga y su esperanza.
Condenado a bogar en solitario
cruzando el piélago, en mi obsesión salpica
la espuma de las olas que me alcanza
antiguo aroma desde la isla de Eea;
sí, tu recuerdo a Ítaca hoy me acompaña.
© albertotrocóniz / 13
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: “Circe and Ulysses” de Edmond Dulac (1882-1953)
de “PINACOTECA"
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