que desemboca en gozo
al fin en el encuentro verdadero.
Tu dedo deleitoso
ha pulsado las cuerdas del sentido
y un manantial sabroso
rompe a brotar oculto y escondido.
¡Oh impulso que así clama
al medio de la noche en espesuras
y con intensa llama
prende a arder en la zarza y da en alburas!.
¡Ay fuerza que enamora
y exige que no haya más la ausencia!;
al nido donde mora
torna el ave en pos de su querencia.
¡Oh bálsamo precioso
que aplicado a la herida le da pausa!,
yo de él voy deseoso
aunque más en sanando crece en causa.
Amor de los amores,
Amor de los amores,
gozosa cena en medio de la noche;
gustaré sus primores
y cese la hambre y no haya más reproche.
Por el monte perdido
de tu caza los aires traen rumores;
por ti seré prendido
como el ciervo que pace entre las flores.
Pues siendo tú mi dueño
tan largo te ausentaste y ahora vienes;
despiértanme del sueño
mensajeros que mandas de tus bienes.
No dure la carencia
pues mucho ya ha tomado y ahora espero
que se haga tu presencia
y no haya más demora en lo que quiero.
¿Porqué a mi puerta llamas
con gran clamor aunque al pronto te alejas?;
¿acaso mi casa hallas
con batientes cerrados y con rejas?.
Mas luego una rendija
filtra el paso a la luz por un resquicio
y es como una primicia,
heraldo al mensajero de tu indicio.
Brota una fuente extraña
entre peñas del pecho que va herido
e inunda por la entraña
en alma, en la razón, y en el sentido.
Quiero tornar del viaje
que fue ausencia del bien que es verdadero
y volver al paraje
de mi patria y tesoro que es entero.
¡Oh más no te dilates!
pues muy largo tomaron ya las bromas
de esconderse en disfraces
bajo el manto de seres en mil formas.
Nada basta a saciarme:
todo da sed y da hambre y entorpece,
mas Tú con tu tocarme
las redes del engaño desvanece.
Cese la danza entera
y sea sólo la música callada
en silencio que espera
encuentros del amado con la amada.
Pues uno siempre fuimos,
uno solo seremos, ¡qué locura
pensar que un día vivimos
en necia dualidad por la andadura!.
¡Qué insano desvarío
fuese vida que no hiciera a tu lado;
dio en estéril vacío
no atender de por siglos tu llamado!.
La fruta está madura,
mucho llevó que dulce se tornase
ya al punto es de frescura;
recoge apriesa aquello que sembraste.
Reviente la granada
pues el sol la ha rondado por la altura
y atienda la llamada
y abra su carne roja ya en dulzura.
¡Ah deleitoso frío!
en el palmar do brota una gran fuente;
dentro del pozo umbrío
mis secos labios ansían ya el beberte.
Los ojos se reflejan
en fondos de las aguas eternales
y mutuamente abrevan
siendo el uno del otro manantiales.
Tañiste tu instrumento
y tu divina mano lo menea
esparciendo en el viento
latido que en tu esencia se recrea.
¡Ah pulsamiento vivo!
en las cuerdas que cantan tus sonidos,
con plectro que así ha herido
armonías y acordes presentidos.
Ya no soy yo en mi ego
—ilusión de un concepto que presumo—
con tu incendio de luego
aquello que creía ser tan sólo es humo.
Me tomas por el brazo
como la madre al niño que le llora,
protege en su regazo
y duérmese tranquilo en buena hora.
También eres el padre
que a su hijo perdona el desatino;
y tras de largo viaje
le festeja y le ofrece el mejor vino.
¿Por que árido desierto
plagado de escorpiones y de fieras
vagué yo medio muerto
hasta ese día que divisé tus eras?.
Sólo ahora reconozco
que siempre fui tu hijo y heredero
y que perdime loco
mas ahora torno a mi derecho y fuero.
© albertotrocóniz / 12
Texto: de "POEMAS DEL AMOR SAGRADO”
Imagen: “Song of Songs”, Marc Chagall 1958,
de “PINACOTECA"
Música: “Nigra Sum” de Pau Casals
EL POEMA RECITADO
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