Cantó Ronsard aquellas rosas rojas:
a Casandra, a María, a Astrea la bella,
a la Helena de los amores míticos…
en donde tras de todas cantó a su alma.
Quien fuese el mejor poeta de la rosa
preservó eternos sus nombres en poesía:
rosas del corazón en palimpsesto
expuesto a la lectura de los siglos.
¡Ah viejo Pierre de miembro frío y turbio
al alcanzarte otoño ineluctable!:
recuerdo del perfume por jardines
paseados en tan gratas compañías.
¿Dónde quedan aquellas damas-flores
que a ensalzar sus colores escogiste?;
grande Ronsard, cual búcaro de rosas
son tus poemas: fragancia en biblioteca.
© albertotrocóniz / 16
Texto: de “LA TORRE DEL HOMENAJE”
Imagen: “Labios” en Caravagio (s XVI)
de “PINACOTECA”
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