lunes, 29 de julio de 2013

EN BAILE BALADí DANZA LA MAiA



¡Cuánta potencia la de la bailarina 
en su danza del vientre y de los velos,
que mil formas mutantes envolventes
da a su cuerpo con infinita gracia!

Vestida-desvestida entre los tules
de sabor oriental, de aspecto exótico
que a la par nos fascina y nos seduce
por lo que oculta y por lo que desvela.

Oscilante cual llama serpentina
atrayendo hacia sí como en antaño
ya lo hiciese en Edén: árbol de ciencia
resistir no pudiera tales vientos

… que su cabello azota con sonrisa
a la vez inocente y turbadora;
tú maga de la danza y de los ritos
de embrujo en siete círculos concéntricos.

Sugieres a la mente en erotismo
lo que pudiera ser cuando se alcance
esa fruta prohibida y tentadora
cuanto más que ya la muestras deseable.

¡Oh gran madre, primero hermosa hembra
con todos los poderes desplegados:
tus caderas son fulcrum de los mundos,
el túnel de la muerte y de la vida!.

Yo en tu infinito quisiera disolverme,
volver a la espiral de tu regazo
absorbido en amor que le propones
a la materia que ansía reencontrarse.

¡Oh Hécate!, ¡oh tú velada Isis!,
¡oh emperatriz!, ¡oh eterno femenino!,
pongo en tus manos mi ser agonizante
demasiado lineal y previsible.

 Quiero embarcarme hacia los laberintos
de tu cuerpo y tu alma, a su misterio;
surcar en ellos los mares procelosos
en singladura y velamen de tus velos.

Pues que me tientas como hizo la serpiente 
ha tiempo inmemorial y surgió el mundo
y las formas, los nombres y avatares
contigo ¡oh Māyā!, en redes teje el sueño

… que hoy hasta aquí las cosas han llevado:
a yo escribirte esclavo este poema;
¿es algún dios o daimon quien sostiene
cadenas que nos unen por extremos?

… ¿sujetos cuerpo y mente a ser lanzados
como por honda que tus brazos manejan
al ombligo del cosmos de tu vientre
cual un ojo divino hipnotizante?.

¿Romper los moldes de cuerpos separados?,
¿juntar las almas en un instante ciego?,
¿borrar los límites que nos impone el mundo?,
¿ser como dioses?; ¿no es esto el gran pecado?.

Volver una otra vez a “in illo tempore”,
al Lucifer —yo Lucifer me llamo—
como todos los hombres: Prometeo
robador a los dioses de su fuego

… donde abrasarme en llama que tú eres,
entre los velos de tu cuerpo encendido,
ya en tus labios sorbido de tu risa
y anegado dentro de tu mirada

… con yang y el yin de nuevo en la contienda
de la espiral del tiempo y del espacio,
en el baile perpetuo por los eones
que nos arrastra al agujero negro.

Cese la danza y todo vuelva al punto
donde salió tras el nombre y las formas
que produjeron las olas en océano;
¿fue todo el hijo de una mujer estéril?…

Sea otra vez cual siempre, ya en
Silencio.






© albertotrocóniz / 13
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: de "FOTOFILTRADA"
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