Fausto y Mefisto, el primero de mayo
se encaminan a “Noche de Walpurgis”:
https://albertotroconiz.blogspot.com/2019/08/fausto-y-mefisto-noche-de-walpurgis.html
Arroja todo al pozo del silencio:
pensamientos, emociones, memorias,
historias del pasado o del futuro;
el futuro también sólo es memoria.
Arroja todo al silencio que asienta
por debajo de las perturbaciones;
que mora incólume inmune a las tormentas
como el océano por bajo de las olas.
Todo lo anega el silencio y lo subsume,
todo lo engulle y en él desaparece;
todo va al fondo en el aquí y ahora
siendo Presencia que es realidad de todo.
Es pura luz de la pura conciencia;
puro sujeto, de objetos el transfondo
donde aparecen como en una pantalla
poblando imágenes carentes de entidad.
Mantente atrás, verás que tal vacío
en su negrura es todo-luminoso:
Felicidad, Consciencia y Energía,
del puro Ser eterno, independiente.
Sumérgete en el pozo del silencio
y pon punto final a los engaños.
Sentado allá en la cima en lo más alto
del picacho más alto producido
a lo largo de eones de existencia
sobre el planeta Tierra por los sismos
de las fuerzas titánicas en juegos
de entrechocar las placas navegantes
como costras flotantes en el magma
del hierro incandescente de su centro;
inmerso en lo profundo de esa sima
vertical, cercano a las estrellas
contemplo amanecer en Himalayas.
Sólo unos pocos picos, los más altos,
emergen de la niebla que por bajo
cubre en manto grisáceo frío y húmedo
otras montañas que hacen la cordillera:
el Lhotse, el Makalu, el Kanchenjunga,
Cho-Oyu, el Manaslu, el Daulahiri…
a más del Everest donde esto escribo
rozando el límite de la troposfera.
Los valles de glaciares y los ríos,
los campos y poblados de los sherpas;
todo queda sumido en la ignorancia
(hasta que pasen al cabo unos minutos)
de esta visión magnífica del astro
que yo ahora gozo en áureo privilegio
contemplando su luz sobre las nieves
que ofrecen a los rayos su pureza
y él las transmuta en oro por su alquimia
haciendo parecer incandescentes;
ya recibo en mi faz antes que nadie
de entre los hombres y todos seres vivos
el rayo que a la tierra asigna el cosmos
por mediación del Sol, su mensajero.
Todo mora en silencio de por bajo
en la ignorancia de haber la buena nueva
de que ha llegado una otra amanecida
que besa por las cumbres, las más altas,
y poco a poco disipará la niebla
iluminando por riscos, por barrancos,
por precipicios y despeñaderos
que abren sus bocas al cielo si asombrados.
Un silencio profundo y elocuente
rompe de vez en vez con avalanchas
de nieve acumulada en las laderas
que imposible ya más de sostenerse
derretidas por el calor que incide,
se lanza con violencia hacia el vacío
sepultando bajo un sudario blanco
todo aquello que encuentra en su camino.
A los dioses que moran en las cumbres
no les gusta el verse molestados
por hombres insolentes que pretenden
alcanzarlos saltándose barreras
de fosos naturales y murallas,
de la escasez de oxígeno y del frío,
del viento huracanado que por rachas
alterna inesperado y traicionero
con ventanas de aparente buen tiempo.
Mira los muertos que por doquier jalonan
en estado incorrupto conservados
vistiendo todavía los colores
de prendas deportivas de escalada
pareciendo dormidos meramente,
descansando en el hielo su fatiga.
Ya la niebla disipa poco a poco
el beso caluroso que desciende
con nuevo impulso y pone en marcha vida;
cierro este bloc, recojo cuatro cosas
y aquellos útiles con que he vivaqueado,
y despliego las alas de mi traje
de hombre-pájaro lanzándome al vacío
cerniendo en espirales los abismos
hasta alcanzar el campamento base.
Elevando la vista hacia la cumbre
saludo desde abajo reverente
a la madre de todas las montañas.
Sumidos en tinieblas sobre el Gólgota
Jesús en cruz, la madre y el discípulo;
sangran los pies y manos por los clavos,
sangra la espalda llagada por azotes,
también la frente punzada por espinas,
mana la herida abierta en el costado…
desangra humanidad tras la pandemia
con desastres de guerras y económicos.
Alcanza oscuridad su punto álgido
a dar paso a la luz tras sacrificio;
todo está bien, “Amén” es la palabra
en todo tiempo por más atribulado,
como resulta asimismo lo justo
decirlo en cualesquiera circunstancias:
Inteligencia y Amor tras sus designios.
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