Cantaba el irisado petirrojo
en la verde arboleda de los bosques
bajo un plomizo cielo gris-marengo
cargado de amplias nubes cenicientas.
A lo lejos velado en difumino
se divisaba el blanco-cal del pueblo
con sus plazas en sombras de morados
y sus patios con parras verdi-negras.
Los tejados carmines apagados
y las calles en tintes tierra-siena;
desde iglesia la campana de bronce
—pátina en cardenillo— daba en quejas.
Alcores verdes en todas las subgamas,
dispersas matas de tonos azulencos,
y en un completo espectro de colores
florecillas silvestres por praderas.
Los odores balsámicos intensos
difundidos por hierbas aromáticas
mutaron en olor ese de ozono
que de un azul-eléctrico se piensa.
Revestíanse de púrpura las nubes
con gasas y con chales en magenta
cual joyas de amatista y lapislázuli
en vitrales soñados de su esfera.
A vera del camino en gamas ocres
y rojas amapolas por sus flancos
arrastraban barnices de oro-viejo
las hojas por el suelo de alameda.
© albertotrocóniz / 20
Imagen: “Paisaje Con Pueblo Al Fondo”
de “DIBUJO Y PINTURA”
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