¡Oh Gretchen, Gretchen!, mi paloma inocente,
me miras temerosa y fascinada
cuando me acerco y beso en despojándote
morosamente de prendas campesinas
que van cayendo al suelo junto al libro
de los salmos que aferraban tus manos,
y al rosario de olor, y al crucifijo
ahora arrumbados entre los lienzos íntimos.
Que ya tus pechos apenas tapan trenzas
y tu regazo casi el mandil del dirndl,
y rondos glúteos que cambio una y mil veces
por los globos terráqueos y redomas,
librotes y alambiques empolvados
que junto a cientos de enseres atestaban
la odiada cárcel de mi gabinete.
y rondos glúteos que cambio una y mil veces
por los globos terráqueos y redomas,
librotes y alambiques empolvados
que junto a cientos de enseres atestaban
la odiada cárcel de mi gabinete.
Yo voy envuelto en un ropón de pieles
que a ti destapo; ¿qué clase de deseo
junto al amor es la pasión que siento?;
el eterno femenino a lo alto impele
en anhelo del alma y en mi cuerpo
los atributos ya en toda su potencia
… recuperada conforme a la promesa
que firmase en el pacto con el diablo
como una cláusula del todo imprescindible
y que ha cumplido devolviéndome aquello
que yo creyese tan lejos y olvidado:
virilidad de juventud perdida
en la firmeza ahora bien mantenida
cual la de un garañón ante cien yeguas.
Tranquilizándote indico que te acerques
a esa barra de luz que te ilumina,
con su visión elástica, el semblante
en asombro más un punto de espanto
pues la apariencia conlleva algo diabólico
cual tú recuerdas de los machos cabríos
cuando en aprisco montaban los rebaños.
cuando en aprisco montaban los rebaños.
No temas niña hermosa no hay cuidado;
no te haré daño, tan sólo el necesario,
permíteme que en tí yo me introduzca
y que derribe por dentro las barreras
que tu virginidad conserva intactas:
la sangre, has de saber, es ese jugo
de lo más especial y que propicia
aquel punto crucial donde devienes
de mero potencial en hembra fértil.
Deja que corra por dentro el blanco zumo
que producen mis lomos en homúnculos
y generosas semillas en tu seno,
darán su fruto al cabo en superhombre
pues es un inmortal quien te fecunda.
Y tú Mefisto ¡ya cesa en espiarnos
complaciéndote en contemplar la escena!.
© albertotrocóniz / 16
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: "Fausto y Margarita". Delacroix (1828)
de “PINACOTECA”
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