Fascinado estos días por aspecto
que exhiben cielos muy de vez en cuando
con rara alineación de los planetas
—no todos por supuesto, sólo algunos—
Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio
(visible a simple vista en las auroras
durante el mes de enero y de febrero)
tuve yo la otra noche extraño sueño
que paso a reflejar en su relato.
Paseaba en la ciudad, di en barrio periférico,
llegué a un antiguo inmueble abandonado,
algo incitaba a que explorase dentro;
empujé el gran portón y ¡oh gran sorpresa!
cedieron goznes abriéndose las fauces
y ahí me adentré un tanto temeroso
por corredor que daba en escaleras.
Subí por el trazado en helicoide
atraído por sugerentes músicas
vibrantes en armónicos acordes
y al llegar al rellano del primero
se desplegó ante mí hilera de planetas
que en vertical mostrábanse alineados:
desde abajo Plutón a arriba todos
en su orden secuencial establecido
hasta Mercurio el último de ellos
cercano al Sol cual luz en clerestorio
que en lo alto se encontraba cuasi estático
formando un eje con centro de galaxia
en signo zodiacal de Capricornio.
Proseguí subiendo por peldaños;
se habrían puertas al cruzar los rellanos,
de vez en cuando miraba en interiores
asomándome a estancias que allí daban
en donde dentro se veían multitudes
afanadas en mil tareas diversas.
Pertenecían a muy distintas épocas:
en los pisos de abajo eran cual simios
que iban desnudos o cubiertos de pieles;
después vestían en corazas de hierro,
y a medida que se ascendía en altura,
en túnicas, dalmáticas, luego en hábitos,
sofisticados trajes de colores
con ricos terciopelos y agremanes
y plumas adornando sus tocados,
uniformes variopintos militares,
uniformes variopintos militares,
serias levitas y sombreros de copa
y luego al fin atuendos actuales…
y esos fantasmas resultaban familiares.
Algunos se acercaban conversando,
y se dijera parecían conocerme,
mas resultó del todo inalcanzable
entender lo que querían decirme
aun a pesar de su actitud amable,
mas percibíase tono de despedida.
Al cabo vi una figura blanca
transida en luz que era una bella joven
la cual pareció me sonriese
invitando a remontar tras ella;
guiaba mi camino entre las sombras
que deambulaban erráticas por pisos
marcado cada cual por un planeta;
al fin llegamos a ese nivel de Hermes
que era el ángel regente de Mercurio.
Una voz misteriosa allí decía:
“Se presenta ante ti cuadro del cosmos
en configuración extraordinaria
en que por fin se juntan las manillas
de ese reloj puesto en marcha hace eones
y que señala —por cierto ya se cumple
a falta el segundero de la Luna—
el momento de viajar hacia otra estrella
… pues arcángel que rige estas esferas
ha recibido de un ámbito más alto
orden de hacer sonar ya su trompeta:
esa que anuncia el final de los tiempos
para estos mundos que han sido tu morada
durante tantas vidas en secuencia
y sea su destrucción irremisible
engullido por agujero negro.
Mas tú prosigues de nuevo en singladura
que te lleve a la luz y como guía
te doy para que siempre te acompañe
—al fin y al cabo así siempre lo ha hecho—
a esa mujer de mil nombres cambiantes
a la que puedes referirte como Ánima
y el tuyo es Lucifer yo te revelo”.
Desperté de mi sueño numinoso
e incorporándome buscaba su sentido,
me asomé al alféizar de ventana,
miré hacia el sur por bóveda del cielo
y en la luz incierta de la aurora
pude ver alineados los planetas:
sentí un alivio, tan sólo cinco eran,
tampoco estaban en mismo grado y signo;
no era una conjunción cual la del sueño
… una estrella fugaz cruzó de largo
y oí una voz que dijo: “Perdurabo”.
© albertotrocóniz / 16
Texto: de “POEMAS DEL GOZO Y DE LA SOMBRA”
Imagen: “Alineación Planetaria Marca el Tiempo”
de “FOTOFILTRADA”.
Otros enlaces “Post”-relacionados
en el tablero “POEMAS DEL GOZO Y DE LA SOMBRA”