Torres esbeltas, como de plata alfanjes
cercenan vuestras sienes, caen al suelo
pedazos en tumulto desmembrados:
sorpresa, horror, gemidos, desespero.
Dolor insospechado esa mañana:
la clase de dolor que todo acaba,
no tan sólo molestias cotidianas
de aquello previsible al desayuno.
Más lejos fuera esta ocasión el duelo
desmoronando bases de familias:
empuja encarrilando hacia la muerte
acechante abriendo la jornada.
Breve mañana, todo era nuevo entonces,
hasta esa hora fatídica en que irrumpe
el estruendo del monstruo golpeando
el cuerpo enhiesto de la torre anclada.
Reafirma lo increíble aún otro golpe
ya en escenas dantescas cotidianas
pues que son repetidas por los medios;
allí tocó vivirlo, mas sin trampa.
Van ambas torres heridas por el rayo,
y caerán grávidas tras largos estertores;
fuera agitan señuelos entre el humo
en síntoma que aún dentro esconde vida.
Y naufragáis golpeadas en los flancos
rasgados por las garras de la fiera
que abrieron brecha en vuestro cuerpo grácil
y verticales os vais hacia los fondos.
Oscuro mar de asfalto el que os acoge
en oleaje agitado, polvo y humo
tragando las baluernas con las gentes
que pensaban volver tras la jornada.
Ya no tendrán septiembres ni otros mayos
vuestros altos espejos a los fieros
soles amaneciendo en el acero
y el cristal impactos de soslayo.
¡Hoy quién os viera erguidas a las luces
reflejando los soles venideros,
matizando el color de la jornada
bajo el azul cambiante de los días!.
Torres Gemelas parejas en desgracia,
¡qué indiferentes celajes sobrevuelan
el recuerdo de seres y caricias
no habiendo más su gesto en el futuro
cual pudiese haber sido aquella noche!.
© albertotrocóniz / 15
Texto de: “POEMAS DE LA SOMBRA”
Imagen de: “FOTOPINTURA"
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2016 09 11 Ed.1ª
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