El "Toro de la Vega" necesita
una reforma acorde con los tiempos:
este festejo sería más plausible
si su barbarie fuese algo más estética;
si caballeros en vez de ir en vaqueros
y cubrir el caletre en gorra-pana
más luciesen brillantes armaduras
y yelmos emplumados en las testas,
y si peones en vez de vestir chandals
y calzar zapatillas deportivas,
más portasen casullas, borceguíes
y bonetes de rojo terciopelo.
Después de misa oficiada de obispo
y tras la confesión de los pecados
(que muchos son por cierto en estos pagos),
con gran solemnidad se bendijese
a aquellos que pondrán riesgo a su vida
(aun probabilidad infinitésima)
concediendo indulgencia plenaria
junto a descuento para una enciclopedia.
Asegurado el "placet" de los cielos,
y obtenido el visado de la tierra
(salvo facción de oposición del PACMA)
procederá el resto del festejo
con muchedumbre en procesión al campo
salvo aquellos que corran el encierro.
Atambores, trompetas y clarines
abrirán cabecera del cortejo
y abanderados junto a las "fuerzas vivas"
del cura, el boticario, del barbero…
sigan los caballeros e infanzones
armados con sus lanzas y sus picas
(untados los aceros de anestésico),
ya por detrás escolte el populacho
provisto de las cestas con merienda
y en vez de algarabía y celulares
(pongánse en "modo avión" durante fiesta),
del público partícipe más se oiga
canciones patrias cantadas "a capela".
Llegado así el gentío a la dehesa
en espera al arribo del astado
entreténgase el ocio con juglares
que deleiten tañendo la vihuela;
con títeres, con danzas, con teatro,
con malabares de antorchas volanderas
y en despliegue de enseñas de linajes
exhibidos con juegos de banderas
se lancen arriba con donaire
para en cayendo volver a recogerse
y acto seguido al viento cual si velas.
En concurso de mejores panoplias
contiendan paladines en torneos
defendiendo colores de la dama
ofrecido en pañuelo perfumado
y anudado moroso al guantelete
ya hinquen ijares con espuela de plata
y rompan lanzas sobre escudos y petos
y hallen premio en derecho de pernada
con macizas de certamen de belleza.
Abigarrada y grande donosura:
luzcan las dueñas allí mejores galas
semiocultos semblantes entre sedas,
caballeros sus emplumados chápiros
y almidonadas golas en gaznates;
luzcan donceles blanquísima hopalanda
y ajustados corpiños las doncellas;
nuevas calzas estrenen los infantes,
y gualdrapas bordadas las acémilas.
Tálense postes de luz de feo acero
que deslucen entorno para fotos
y en su lugar pues plántense cipreses
y/o pinos de amplia copa para nidos
de aves canoras que endulcen con sus trinos
(como en "Cacciata de Nastagio degli Onesti")
y también charcas en donde croen ranas
y lindas flores esmalten la pradera.
Diez halconeros hagan volar sus pájaros
que les bajen pichones y palomas;
cien ballesteros exhiban puntería
y repartan de luego las manzanas
hendidas por mitad sobre cabezas
de los niños en postes voluntarios
con que se eduquen a "echarle dos cojones"
—más que por toro, por los antitaurinos—
y así aseguren futuro de la fiesta.
Anuncie el pregonero haya silencio
pues llega ya el encierro con morlaco:
gran ovación reciba "Rompesuelas"
que al fin y al cabo lo tiene merecido;
gran ovación se dé a los bravos mozos
que han corrido las calles estorbados
por faldumentos y largos escarpines
con cascabeles cosidos en las puntas
(alguno ya visita el otro mundo
y es gran consuelo que se haya confesado
previo a llamar a puertas de San Pedro).
Suenen clarines de nuevo y atambores;
den paso al cénit, al culmen del festejo:
con galanura se hagan correr corceles
tras de la bestia con picas perseguida;
ya se le embosca y jinetes lo rodean,
gentes de a pie agazapada espera…
Sea la escena digna del gran Velázquez
cuando pintase el lienzo de “Las Lanzas”,
y cuando en tabla de aquel “Buey Desollado”
será la escena digna también de Rembrandt,
que la moneda siempre tiene dos caras
y otro punto de vista representa.
No sufre el animal, está contento
(o eso quiero creer por mis pecados)
de ser del cuadro el gran protagonista
ya que si no ¿cual fuese su destino?,
¿morir artrítico de viejo en la dehesa?,
¿morir inicuo en cutre matadero?…
mejor así mostrando a todo el mundo
esa fiereza que conlleva ser toro
en esta España do se honra su bravura
y se consagra en carteles de Osborne
(preferible a un borrico o a un cordero).
Cual nuevo Orfeo mugiente perseguido
halla la muerte a manos de bacantes
ebrios de sangre después de que en el vino
hayan tenido cómplice en acicate.
Ya como rosas de pétalos dispersas
están los miembros por suelos repartidos;
se ha consumado el rito de la muerte,
mas dé ello paso a ese otro de la vida
con el convite hecho sobre el cadáver
y "vade retro" vegan@—antitaurin@.
Al "fiero" matador en recompensa
que se le otorgue el rabo y los testículos
a que los cuelgue sobre la chimenea
y con el resto haya gran calderada
en "tomad y comed, esto es mi cuerpo",
y en el "bebed del cáliz de mi sangre"
que ya se sabe: “de lo que comes crías”
… mas que el Altísimo nos libre de los cuernos.
© albertotrocóniz / 15
Texto: de “LA ESPUMA DE LOS DÍAS”
Imagen: del “Manesse Codex” (Heidelberg circa 1340)
de “PINACOTECA”.
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