¡Qué intenso olor a ozono trae la lluvia
después de la sequía de los campos!
y en la ciudad; ya su mugriento asfalto
se ha lavado y fulge redimida.
Dilatan las narinas al efluvio
que hace presente aquel que hubo ese día
primero en creación sobre la tierra,
o en ese otro de arco iris tras diluvio.
Ya los calores que fueron bochornosos
abren paso al frescor en cuerpos y almas;
todo es nuevo a estrenar y así lo anuncia
el petirrojo que en el alféizar posa.
En sincronía con su canto melifluo
oigo al afilador con la siringa
anunciándose por las calles cercanas
recorriendo en escalas su palíndromo.
Como un dios Pan en efecto parece
que la unidad expresa en lo creado:
de las nubes grisáceas de los fondos
al vibrante plumaje en pajarillo.
Sí, es el dedo de un dios o tal semeja
el que pulsa las cuerdas de la dicha:
nada me falta o sobra en el instante,
miro las gotas que escurren por los vidrios.
Felicidad, voy libre de pecado:
el pasado carece de importancia
y el futuro es tan sólo presente;
cual de un baño lustral soy resurgido.
Soy un papel en blanco y esto escribo
a celebrar el gozo inesperado;
golpetean los dedos de una mano
buscando el ritmo de los endecasílabos.
Sí, eso soy yo, caigan chuzos de punta
en despiste falaz sobre las gentes
tratando en ser felices con negocios
olvidando el mensaje de la lluvia.
Se volverá al cabo en un torrente,
un caudaloso río que al mar viaje
y allí disuelto en el inmenso océano,
transportado de nuevo como nube
… volveré como gota en los cristales
y en el canto feliz del petirrojo.
© albertotrocóniz / 15
Texto: de “POEMAS DEL GOZO”
Imagen: de “DIBUJO Y PINTURA”
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