En este día de transgresión permisa
—valga el oxímoron para las saturnales—
en que estoy lejos, tan sólo espacialmente
pero cerca de ti en mis intenciones;
ahora que se abren compuertas al pecado
en la noche más larga ayudadora…
Un punto ciego quizás en la retina
del apolíneo ojo propicia no se vean
hechos extra-vagantes de las órbitas
en moral cotidiana del nec-ocio:
aberraciones —y no tan sólo ópticas—
mas necesarias obrando en contrapunto
a lo pautado; ¡destruyamos los límites!
siquiera en esta noche por más mágica
donde afloren pasiones reprimidas
aun demoníacas, la otra cara del ángel.
Te visito a distancia como Arcángel
que se cierne en alados pensamientos
pecaminosos a tu pureza virgen
de niña apenas núbil, flor que se abre.
Ya veo aceptas gustosa y los acoges
en tus senos de ninfa —casi brotes—
a celebrar conmigo las delicias
de un encuentro virtual inesperado.
Mientras llegue el momento hemos pactado,
burlando el tiempo y espacios interpuestos
sintamos la corriente telepática
del placer compartido que nos una.
…
Miro en tus ojos muy dentro en tu mirada,
te beso en labios y lenguas se entretraban,
después desciendo hasta tus pechos níveos
para posar sobre areolas ósculos.
Hago el trayecto feliz emocionante
que sigue la vereda hacia el ombligo
do me detengo a libar dentro ese pozo
previo a seguir camino de tu oasis.
Llego al boscaje encrespado que protege
la entrada de la cueva bajo el monte
y usando lengua como a modo de ariete
bato en contornos sedosos ofrecidos
… esos ya entiendo desde mi distancia
que exploras con tus dedos en lo húmedo
mimando cómo un tallo allí acrecido
cual ofidio se interna y te discurre.
Sientes cernirse en ti como una sombra
que te oferta su capullo encendido
y lo planta en el borde de tus simas
oscuras, carmesíes, en lo íntimo.
Potencia macho que dentro va llenándote
manando en sus licores paulatinos:
primero aquellos tan sólo lubricantes,
después vendrán los otros que fecunden…
hay algo ahora interpuesto en el camino:
nos miramos los dos, llegó el momento;
tú hembra valiente asientes con un gesto
y yo redoblo embite a abrirme paso.
Veo en tu faz un rictus doloroso,
noto cual desgarrase dentro un velo,
compruebo el gladio que se haya tinto en sangre;
¡oh víctima inocente más te quiero!.
Pasa el mal trago que compenso con besos;
ya tú mujer, ya puerta de la vida,
te siento dentro cual tú me sientes dentro:
retomemos placeres lujuriosos.
En el incendio mutuo nada impide
que impúdica me pidas más penetre
con la vara de luz en que ilumina
la soledad de tu alcoba y mi alcoba.
Invaden ambos cuerpos vibraciones
donde anulan los límites falaces
del espacio y del tiempo separantes:
ya sólo somos en unidad gozosa.
Aun distanciados por tierra y circunstancias
fuese aquí un ángel que ha acercado y unido
llevándote un gladiolo de deseo
de eso que da en llamarse masculino
y en reciprocidad, en mí tú fémina.
© albertotrocóniz / 14
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: “Anunciación” (interpretada)
de Orazio Gentileschi (s.XVII)
en la “Galleria Sabauda” de Turín
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