detente, eres tan bello"
— Fausto / J.W. Goethe —
En este día rememoro la infancia
del tiempo mágico de las vacaciones
en Salamanca, final de los cincuenta:
la gran familia bajo la matriarca,
del tiempo mágico de las vacaciones
en Salamanca, final de los cincuenta:
la gran familia bajo la matriarca,
el comedor de artesonados góticos
y la amplia chimenea revestida
de nogal, su olor característico,
el friso del perímetro en ochava,
los altos ventanales emplomados
con escenas y símbolos históricos,
la enorme mesa alargada y sillería
teatro de reunión por Navidades.
los altos ventanales emplomados
con escenas y símbolos históricos,
la enorme mesa alargada y sillería
teatro de reunión por Navidades.
Sí el comedor, el espacio encantado,
cerrado "a cal y canto" esa mañana
cerrado "a cal y canto" esa mañana
por más que entonces los niños madrugásemos
para avisar a la abuela y las tías
que apaciguaban los ímpetus curiosos:
“hay que esperar que bajen aquí todos;
mientras tanto ya están los picatostes
y el chocolate: primero el desayuno
que después abriremos esa puerta”.
“No sé, no sé, si habrán venido reyes;
me parece que sí pues se han tomado
todo el turrón que habíamos dispuesto
más el champán, ¡no queda ni una gota!,
también el agua dejada en las jofainas:
más el champán, ¡no queda ni una gota!,
también el agua dejada en las jofainas:
¡se ve qué sed tendrían los camellos!
… fijaos además ¿no huele a incienso?;
es síntoma inequívoco por cierto
de que han estado, aparte que hay noticias
de haber visto hace poco caravanas”.
Con estos y otros datos "fidedignos"
ya casi casi, el verlos se podía
imaginándolos en ropajes extraños
cargados de regalos con sus séquitos.
… fijaos además ¿no huele a incienso?;
es síntoma inequívoco por cierto
de que han estado, aparte que hay noticias
de haber visto hace poco caravanas”.
ya casi casi, el verlos se podía
imaginándolos en ropajes extraños
cargados de regalos con sus séquitos.
“¡Pero no baja ese tío pesado!;
habrá que ir de nuevo a despertarle,
poner debajo de su almohada una oveja,
lanzar serrín del belén a su cama…”
Después ya al fin de un lapso que era eterno,
tíos y tías, abuela, amigos, padres
y por supuesto nuestra chiquillería
reunidos todos ante el portón cerrado:
“¿quién puede abrir?”, mas “¿dónde está la llave?”…
¡Cuánta emoción!, el misterio nos tiene
como en sus alas de gran pájaro exótico;
sí, "eres tan bello"… “¡pero no te detengas!”.
Ya se abren puertas —error— al desengaño
de la ilusión mientras se ven paquetes
y luego algún ratito con los juegos;
la vida avanza, inexorable el sino
a ser mayor y a desvelar misterios.
Mas esos mitos en patria de la infancia,
echan las bases del desarrollo entero
para ser hombre: buscar otros juguetes
y desecharlos por siempre en desapego.
Es la lección que daba el día de Reyes:
hacer patente con intensidad suma
lo que es felicidad y que es posible,
pero quitarla al poco del objeto;
saber al fin que nada podrá darme
la plenitud, que soy yo quien la pongo
o la retiro de la cosa investida
y que es mi mente quien manipula el juego
… y así quedarse al final con la fuente
de donde mana el gozo y la belleza:
mi propia identidad independiente
de tiranías a las que me someto
de cosa externa, persona o circunstancia…
tal el camino: vivirse desde el fondo
en donde se es alegría sin objeto.
© albertotrocóniz / 13
Texto: de "AUTOBIO"
Imagen:"Regalos y Hielo",
de "FOTOPINTURA"
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