“Ningún pensamiento, reflexión o análisis; no cultivar, no intencionar; dejar que por si mismo se resuelva” (Tilopa).
Érase una rata terrible y enorme
que hacía gran estrago en casa del monje;
este ya cansado de tan mal vecino
hizo traer a gatos que pusieran orden.
Un gato temible no pudo con ella,
salió de la empresa herido y maltrecho
y así uno tras otro desfilaron muchos
más ninguno pudo de los de aquel pueblo.
Convocó un concurso gatuno en la zona
ofreciendo en premio pescado y corona;
varios campeones a ello compitieron
con fama y renombre … pero no pudieron.
Al fin llegó a oídas del monje hastiado
que había cierto gato de paso en el pueblo
y —cosa curiosa— que allí donde estaba
le huían los ratones y ratas de miedo.
El monje fue a verle y dijo: “¡por Buda!
¡oh gato celeste llégate al convento
y libra sus muros de rata endiablada
que impide durmamos, comamos y oremos!;
varios campeones gatunos no pueden
con tamaña rata samurai entre ellas:
esto es gran desdoro a raza felina
y al paso que vamos no tendréis empleo”.
El gato muy viejo de color de bronce
entrando en la estancia capturó a la rata;
muy suave en las fauces se la llevó fuera
y sin ningún daño libró de la plaga.
Los otros reunidos por tan grande hazaña
perplejos le inquieren cúal fuese el secreto,
pues ellos que antes lo habían intentado,
aun siendo muy célebres, fracasos tuvieron:
“¡Oh dinos maestro de sublimes artes
cómo lo lograste sin lucha ni fuerza
frente a un enemigo tan temible y fiero
que a todos nosotros nos puso en vergüenza!”.
“Ustedes son jóvenes les dijo riendo,
por cierto valientes y bien entrenados,
mas temo que ignoran del Tao el camino
… pero antes que cuente cada cual su caso”.
Un gato atigrado muy ágil le dijo:
“soy famoso y todos alaban mi técnica,
doy saltos enormes y acrobacias raras
y con ello atrapo a todas … mas no a esta”.
El maestro responde: “lo tuyo es tan sólo
de pura mecánica y una fría técnica
mas carece de alma y si bien hay logros,
ante un fuerte espíritu falla cuando encuentra”.
Un gato muy negro postrado le dijo:
“yo creo en efecto que asaz importante
resulta la mente en lides guerreras
por eso yo siempre la he bien entrenado:
frente al enemigo fuerte pensamiento
se impone al contrario que queda de piedra,
me acerco y lo mato, la victoria es mía,
pero algo ha fallado con la rata esa”.
“Lo que has trabajado mi querido amigo
tan sólo es psiquismo, poderes extraños,
mas tu yo entra en juego y si hay oponentes
con egos más puros te ves derrotado”.
Luego un gato gris se inclinó al maestro:
“en verdad no sólo que la mente basta,
yo por el contrario mi imagen disuelvo
y me hago invisible para el adversario,
no presento un cuerpo que pueda atacarse,
dirijo la fuerza del otro en su contra,
mas ahora esta técnica admito ha fallado,
la rata divina cual diosa ha escapado”.
El maestro le dice: “lo tuyo es notable
mas falta por cierto sabor de vacío;
un punto de orgullo pones en el arte
y entonces ya hay forma y así eres vencido”.
“No creo por cierto que todos ustedes
no tengan valor, no hayan trabajado,
la técnica importa si inicias camino:
practicar el músculo y una mente fuerte;
más que nada importa el que nunca haya
asomo del ego, conciencia de sí,
hacer las acciones sin miedo o deseo
y que todo se haga aparte de ti”.
El monje postrado le hizo reverencia;
“¡oh gato sublime permite te pida
que enseñes a monjes la divina vía:
del Tao un gran maestro tenemos aquí!”.
© albertotrocóniz / 12
Texto de: “RELATOS Y CUENTOS”
Imagen: “Gato Chino de la Fortuna”,
de "FOTOFILTRADA"
de "FOTOFILTRADA"
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