Vehículo para pensar es el lenguaje
y esto lo saben muy bien politicastros:
<< manipulemos lenguaje, así veremos
cambiar los modos en que la gente piensa
y por tanto también el cómo viva
siendo nosotros, de paso, el “Gran Hermano”;
tal como Dios que al principio hizo el verbo >>.
Mas lo dicen Sagradas Escrituras:
hay un pecado que nunca se perdona
y ese pecado es ir contra el espíritu
al trastocar el nombre de las cosas;
por ejemplo llamarle “matrimonio”
a la unión de dos hombres o mujeres.
Cuando un día se permita poligamia
a más del bestialismo (es ecológico),
porque —al tiempo— a todo llegaremos
¿podrá matrimoniarse uno con cabras
aunque seamos de distintas “religiones”
(del pesebre moral y aquel de paja),
o con un pez payaso macho o hembra?.
Y hablando de payasos, Zapatiesta
utilizó frecuente el despropósito
manipulando fementido el lenguaje:
lo de “nación” (aun siendo él presidente),
y lo de “matrimonio” (¿a él aquelarre
según se aprecia en vástagos de góticas?);
no le bastó con legislar el hecho
de las uniones de hombres y mujeres
a que pudieran dejarse las herencias
tras de toda una vida de estar juntos,
tuvo también que “joder la marrana”
pisoteando tan secular concepto.
“Matrimonio” no es sólo un “flatus vocis”,
un algo discutido y discutible,
pues lleva anejo la carga psicológica
de una idea ancestral, antropológica,
y a más para Academia, etimológica,
que así entendieron las generaciones:
se soñó, se luchó y murió por ello…
Pero llega el payaso y dice “caca”
y su público le ríe la gracieta
y él mismo se cree que es Aristóteles;
alguien genial que puede cambiar mundo
llamando trastocada a toda cosa:
un nuevo Adán que ya peca por doble
al volver a renombrarlo todo.
Mas ¿qué esperamos?, se trata de políticos:
tinta de calamar, cortina de humo
es el lenguaje instrumento de engaño
del “donde digo digo digo Diego”;
y ahora Rajoy también le coge el gusto:
“selección española” sigue en “roja”,
cambia lo de “rescate” por “ayuda”,
y lo de “no habrá impuestos” en “más impuestos”.
Enfermos de lenguaje esperaríamos
que la docta Academia defendiese
el sentido que tienen las palabras;
pues miren, no, más bien se limpia el culo
con los vocablos que usaron los ancestros,
fija el dislate en negro sobre blanco
y va a echarse una siesta esplendorosa.
¿Qué palabra a encontrar en diccionario
cuando en nefandas leyes se consagre
el ejemplo mostrenco que ahora expongo?:
Un transexual decide hacer pareja(?)
con otros tres, todos del mismo género(?),
después piensan incrementar su enlace(?)
metiendo un mono, una oveja, una tortuga,
un pepinillo y una planta carnívora,
también un percherón —dan mucho juego—
que creatividad no tiene límites
cuando entre ellos se practica el sexo.
Deseosos de preservar sus bienes
de las garras de Hacienda en sucesiones,
deciden que lo que es ya unión de hecho,
se transforme en una de derecho;
tod@s content@s y muy engalanad@s
(tras muy guays despedidas de solter@s),
se van un día hacia Madrid-Las Vegas,
al chiringuito que tiene allí montado
el juez de paz-express de Sheldon Adelson.
<< - Mire su señoría que nos case,
estamos tod@s muy enamorado@s
y tras de meditarlo con almohadas,
y sopesar un rato pros y contras,
venciendo diferencias culturales
y en civilizatorias alianzas
deseamos formar un nuevo… un nuevo…
- Espere que lo vea en diccionario…;
lo de ustedes encaja en… “pandemónium”.
- ¡Pues vivan pandemóniums, y a la carta!,
¡y viva el panfilado Zapatero! >>.
© albertotrocóniz / 12
Texto de: “TALCO MOLO EO”
Imagen de: "FOTOFILTRADA"
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