viernes, 30 de diciembre de 2016

SOUVENIR DE RASPUTÍN EN CENTENARIO


Preparemos nuestras armas para el caso
de ocasiones en el día treinta y uno
como el mujik Rasputín se preparaba
esa noche de hace un siglo a los fornicios;
ya con damas de la corte de los zares
o en burdeles por allá en San Petersburgo.

De atracción irresistible entre mujeres,
era un monje peculiar en lo del sexo:
insaciable e inagotable en tales lides
a ello unía sin problemas su estro místico
(como ocurre con frecuencia a algun@s sant@s).

De un aspecto barbado Jesucrístico,
de una talla extraordinaria de sus miembros
junto a fuerza de sus ojos en hipnosis
y virtudes de sus manos curanderas
extendiose allí su fama como pólvora
de los polvos y el alivio a las dolencias.

Fue llamado a palacio en desespero
a sanar a heredero de corona
tras fracaso estrepitoso de los médicos;
milagroso resultase que al zarevich
—era un niño aquejado de hemofilia
con hemorragias internas peligrosas
que ponían en peligro a dinastía—
le curaba los achaques aun de lejos,
con lo cual se hizo del todo imprescindible
y querido de Alejandra la zarina
y asimismo de Nicolás su marido.

En ausencia del zar metido en guerras
y aprovechando su ascendente con la reina,
en la corte él se puso a dictar órdenes;
muchos nobles de palacio ya celosos
confabularon a quitárselo de en medio:

le invitaron a la fiesta de uno de ellos
con el cebo de convite y francachela,
mas le hicieron esperar en antesala
ofreciéndole tomar "aperitivos"
a matar —cual se dice— el gusanillo .

Trasegó los pasteles y los vinos
con cianuro a la sazón envenenados 
capaces de acabar con diez caballos,
que no hicieron el efecto deseado,
y los tiros que después descerrajaron
no impidieron el que huyese por la nieve,
hasta que dado alcance de asesinos
lo metieron en un saco con cadenas
que arrojaron desde un puente al Neva helado.

Rescatado algo más tarde su cadáver,
pudo verse como había forcejeado
y tratado de nadar para salvarse
… pero algo más, de un aspecto extraordinario
atrajese la atención a los forenses.

En el museo de San Petersburgo
(no al Hermitage, al erótico refiero)
la reliquia de su miembro queda a salvo
conservada allí en formol dentro de un frasco
(de tal verga envergadura: un par de palmos).

Ya su fama legendaria entró en el mito
apoyada por la poya hasta hoy más larga
acreedora a un Guinness de los récords
y que fue como as (de bastos) en la manga
a ganar la partida en la carrera
desde humilde mujik a gran valido.

Mas no cuentan aquí tanto los centímetros
(puesto que asnos y elefantes sobrepasan) 
que ante todo lo que vende es el carisma:
tener dones de un cariz extraordinario
y al poderoso el tratar con desparpajo.




© albertotrocóniz / 16
Texto: de “LA TORRE DEL HOMENAJE”
Imagen: “Recuerdo de Rasputín”
de “MUSEO”


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