martes, 14 de junio de 2016

EN QUERONEA


Sí, en Queronea, muchacho, en Queronea:
aquí ha sido la lucha codo a codo,
espalda contra espalda, pecho a pecho
… aun todo inútil en colofón sangriento.

Aquí es donde las lanzas se han erguido
a través de la entraña dentro en cuerpos,
partiendo, penetrando, derramando
la esencia de la vida encapsulada.

Aquí es saber que dioses de los hilos
nos tienen y nos juegan a sus juegos
gladiando con nosotros en su arena
y el enigma de amar; por contra: olvido.

Sí, en Queronea, ha sido en Queronea
donde se ha desvelado ante los ojos
esa fascinación tan deslumbrante
del peligro y amor si van unidos.

Al horizonte temible el enemigo
de tremolantes plumas en sus yelmos
con reflejos del sol en los escudos;
docenas por cada uno de los nuestros.

Cuando al pronto velado tras tormenta
el astro sol oculta su semblante:
caen bandadas de flechas en sombrías nubes
y un boscaje de lanzas nos rodea.

Y el gran temor, no por la vida propia,
sino por ti; poníame yo enfrente
para cubrir tu cuerpo tan querido
en un combate ya en todo decidido…

Ahora al pensar de ello, ¡cuán profundo
ha sido en este lapso nuestro vínculo!,
que el amor y la muerte si van juntos
potencian su sabor de modo intenso.

Estoy viendo tu cuerpo junto al mío
entrambos yertos tendidos en la loma
que en frío lecho acoge en estos últimos
momentos del amor a sus actores:

tu cuerpo expira atravesado en flechas,
yo herido por venablo pierdo vida;
corre hacia abajo mi sangre en la pendiente,
lleve hacia ti mi último pensamiento

… tu presencia feliz conmigo en Tártaro
a los dioses —si existen— eso pido.




© albertotrocóniz / 16
Texto de: "POEMAS DEL PROFANO AMOR"
Imagen: “Aquiles y Patroclo” en un calyx circa 500 b.C
en Antikensammlung, Berlin.

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