martes, 28 de abril de 2015

ABRACEMOS LA LEY DEL SACRIFICIO

A mi entender ¿cuál la actitud correcta
ante alguna desgracia, algún desastre
de esos que nos sorprenden en los medios
asaltándonos en el sillón de orejas
de vez en cuando y en grandes proporciones?:
un avión o patera en hecatombe,
un tornado, un incendio, un terremoto…
que arrojan saldos en centenar de muertos,
miles de heridos e inmensos los destrozos.

Muchas veces ante tales noticias
nos tapamos los ojos, los oídos
preferimos no verlo, o sólo un poco;
no por nada, sino porque sentimos
nuestra incapacidad para hacer algo
y abruma la desgracia en impotencia.

La sensibilidad se va embotando
máxime cuando al tiempo de noticia,
algún busto parlante va y nos cuenta
el bodorrio de fulan@ y menganit@,
del partido relata la incidencia
y después llega anuncio consumista
con su felicidad a bajo precio.

Luego sale el político de turno
con tópicos al uso en estos casos
y expresa condolencias diplomáticas
(siempre "arrimando el ascua a su sardina")
inyectando el sedante en su mensaje
y tranquiliza conciencias de la plebe.

Pues no nos preocupemos demasiado:
nos consuela saber que mandan ropas,
agua potable, alimentos, medicinas,
profesionales y especialistas útiles
(están de moda hoy día los psicólogos
con la escasez creciente de los curas);
digno de elogio resultan ser personas
que ingresan fondos en cuentas al efecto
y mucho más aquellos voluntarios
que allá se van a "echar una manita"…

Sí, está muy bien la ayuda humanitaria
de los Estados y de particulares
pero una vez provisto todo ello
debiera haber un plus en otro orden:
un detalle, si se quiere simbólico,
que participe el dolor en cada uno
por más que estemos lejos de los hechos.

Asumir sobre la propia carne
una porción amarga, aun sea pequeña,
de ese bocado tan duro en digerirse
que le ha caído al prójimo en antípodas;
quiero pensar que si ello es compartido
entre millones, mermemos la cuantía
de un dolor como saldo a repartirse.

Digo el privarse de forma voluntaria
de algún capricho, de un gusto, algún deseo,
de golosina que tiente apetitosa,
renunciar a fumarse un cigarrillo…
que cada cual decida en cuánto y cómo
digo yo amén a tanto sufrimiento.

De seguir por tanto este consejo,
considérese tal como un antídoto
para evitar así ser arrastrado
por la banalidad que se propicia
en las noticias servidas por los medios
cuando mezclan desgracia y coca-cola.

No importa sea nimio en consecuencias
que ayuden materialmente al caso;
es la actitud moral la que aquí cuenta: 
el dolor nos hace solidarios
y más conscientes de todos ser un todo
(en tradición cristiana un "Cuerpo Místico").

Esta es la idea y valor del sacrificio
(tan denostado por cultura hedonista),
el que yo cargue sobre mis espaldas
un poco de la cruz que carga el otro;
y pues no hay otro ya que todo es Conciencia,
el probar un poco de amargura
nos conecta con ella en esa parte
ahora sufriente (¿por oculto designio?).

Ese contacto entre zonas disconexas
en un principio y que ahora comunican
puede facilitar que haya un trasvase
del monto de dolor de un sitio al otro
y así aliviar, siquiera en una parte
la carga insoportable de unos prójimos.

Es una ley moral esto que intuyo
y que propongo delante de conciencias
—siendo verdad, este mensaje llega—
para que se obre según discernimiento;
por otra parte no es algo sea nuevo:
se trata de la Ley del Sacrificio
considerada en todas religiones
(misterio de la Cruz dio ejemplo eximio).

Por supuesto que no es una ley física
que quepa demostrarse en ecuaciones
ni se puedan medir sus resultados
con números que arrojen cantidades;
eso no quita el que sea efectivo
y a mi entender de forma sorprendente
—abramos mentes al hecho milagroso—
ya que también es ley inexorable
que la materia se subordine a espíritu.




© albertotrocóniz / 15
Texto de: “LA BÚSQUEDA INCESANTE”
Imagen: “El Antes y el Después del Terremoto”,
de “FOTOFILTRADA”
Otros enlaces “Post”-relacionados
en el Tablero “LA BÚSQUEDA INCESANTE”

lunes, 20 de abril de 2015

LA CLARIDAD QUE A ENTRAMBOS NOS CONECTA


De ti un perfume alcanza inesperado 
embriagador de toda tu presencia
y me desmiente lo que es en apariencia:
de esa tu risa esta doliente ausencia. 

Es aroma especiado en lejanías
ribereñas de mares orientales
con numerosas aves en las bahías
como en el mar asimismo las velas.

El sol cual una fruta, una toronja
incide por tu piel donde refleja 
en mil partículas como humedad en ánfora 
y una paloma blanca en lo alto cruza.

Porta rama de olivo a mi esperanza
de que ya este diluvio o cortinaje
pronto cese y se haga el arco iris
y entre ambos corazones ancle extremos.

Seremos como dioses retornando
tomados de la mano, al paraíso;
tumbados a la sombra en sus praderas
las manzanas de amor compartiremos.

Tu cuerpo me figuro allí ondulante
al son de crótalos y de las chirimías
fascinando los ojos que te miran
cabe el oasis danzando entre palmeras. 

De nuestros labios mutuamente sorbiendo
y nuestros pechos uno en otro embriagados,
por claridad de luz que de ellos viertan
reverdezca la tierra y dé sus frutos
ya de por siempre en el instante eterno.






© albertotrocóniz / 15
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: “Arco Iris sobre una Bahía”
de “FOTOPINTURA”.
Otros enlaces “Post”-relacionados
en el tablero “POEMAS DEL PROFANO AMOR” 

sábado, 11 de abril de 2015

¡DEJE YA DE CREERSE UN SER HUMANO!

Atiborraba su casa de mascotas,
era tal su amor por animales
y en concreto por la raza canina
que acabó dando en creer que un perro fuese,
y así actuaba y sentía a cuatro patas
igualito como lo hiciera un  cocker.

Se ponía a dar saltitos por el suelo
reclamando que su pienso le sirvieran
en un cuenco grabado con su nombre
—por todos ahora se hacía llamar "Woody"—
también sorbía el agua a lametones
y le encantaba como premio algún huesito.

Era incordio de amigos y parientes
pues pedía que le sacasen de paseo
y dejar que orinase al pie de un árbol
por lo cual les caían buenas multas;
aguas mayores no se lo permitían
pero también las hacía en un descuido
y así habían de recogerlo en una bolsa.

Husmeaba en los alcorques, se comía
cualquier cosa abandonada en las aceras;
olisqueaba a las perras en el parque
y hasta a muchas pretendía montarlas
para risa y regocijo de los jóvenes;
cierta vez llegó a morder a un niño
pues el darle su pelota no quería…

Así las cosas, su familia ya hastiada
determinó lo tratase a algún psiquiatra,
aun dudaban si de perros o de humanos
decidiéndose al cabo por esto último
(más que nada por el monto de los gastos 
al tener que llevárselo hasta Houston).

Saludó al facultativo con un "guau-guau"
y este que ya estaba acostumbrado
a tratar con variantes de locuras
y seguirles al principio la corriente,
respondió con otro "guau" y lametazos
explorando con los morros por sobacos
y también —mal sea decirlo— por el culo.

Una vez ganada así su confianza
fue y le dijo: “por supuesto eres un cocker
e incluso si te esfuerzas y te esmeras
en más trepar escalafón perruno
hasta en rottweiler pudieras transformarte;
por el momento, mientras ello sucede
pretende —aun sea de modo paulatino—
el actuar como si fueses hombre
y a pesar de que andes a cuatro patas
—cosa que está muy bien por otro lado—
de vez en cuando date cortos paseos
sobre las dos traseras solamente,
más tarde incluso ponte unos zapatos,
ya verás lo que gustas a las perras”.

Obró el efecto que al cabo de algún tiempo
y a base de fingir ser un humano,
se encauzaron las cosas normalmente
y abandonando tan extraña manía
finalizó por sentirse una persona
iniciándose para él la nueva vida.

Al principio muy bien, se compró un coche
y ya no tuvo que ir en el maletero;
luego una casa con crédito de un banco:
no había comparación con la caseta
en que pasaba estrechez y tanto frío…

“¿Cómo podré haber sido yo tan tonto
de haber llevado durante tanto tiempo
una vida de perros y el gustarme
ir detrás de las perras con lo buenas
que están algunas de sus amas
cuando lucen micro-shorts en primavera?”.

Se echó una novia que conoció en el parque
cuando ambos paseaban sus mascotas;
las dejaban triscar mientras que ellos
se hacían arrumacos en un banco
(era un experto en lo de olfato y lengua,
no digamos haciendo el "canis fatuens")…

Se casaron, tuvieron varios hijos,
él trabajaba empleado en una clínica
veterinaria (casi huelga decirlo:
tenía mucha mano con los chuchos)
y esa fue al fin una historia corriente
mas no feliz de un modo permanente…

Se presentaron mil males de esos típicos
que suelen aquejar a las personas:
un hijo salió punky, otra una gótica,
más la hipoteca, impuestos, el engaño
de su mujer con su mejor amigo
(que era aquel dueño de la veterinaria);
le acabaron echando del trabajo…

Desengañado de tanta vida perra
como a veces llevamos los humanos
empezó a plantearse esas preguntas
fundamentales que suelen presentarse
—cuando parece no queda otro remedio—
acerca del sentido de la vida:
del ¿quién soy yo?, ¿qué ocurre tras la muerte?,
¿existe Dios?, ¿para que sirve todo?…

Después de un tiempo y tras ir dando tumbos
ensayando respuestas que luz diesen:
apuntándose a partidos políticos
y a onegés de lémures con sida,
a conciertos, visitas culturales,
filosofías varias, religiones…
desencantado al fin de todo ello
y aplicándole a todo el "neti, neti"
llegó a la conclusión del "no sé nada".

Fue por aquel entonces que topase
cual por casualidad con el psiquiatra
que le había curado anteriormente
de la extraña manía de creerse perro;

“¿Cómo le ha ido mi amigo en este tiempo?
¿qué tal se siente de ser una persona?”

… el otro entonces le contó su historia
no exenta de cinismo y desengaño
acabando al fin pidiendo ayuda:
“ojalá pudiera hoy también darme
algún consejo para cambiar mi vida
ya que asimismo es una vida perra”.

El psiquiatra —no todos están locos—
y este por cierto era un ser iluminado,
lleno de compasión tal cual le dijo:

“¿recuerda usted que le recomendase
cuando me vino creyendo ser un cocker 
el que poquito a poco Vd. admitiese
la posibilidad de ser una persona?;
tuvo fe en mis palabras y por tanto
como era al cabo más humano que perro
mi consejo obró naturalmente
y las cosas volvieron a su cauce.

De la misma manera ahora le digo
que realice el siguiente experimento:
acepte al menos por una temporada
la posibilidad de no ser una persona
que a la postre puede que sea otro sueño
similar al que tuvo de ser cánido.

Así mantenga en su mente el pensamiento
del "como si" usted fuese algo muy grande:
ni más ni menos que el Todo, el Absoluto,
la Conciencia universal, eterna, ubicua,
no nacida y por tanto a salvo de la muerte

… libre de engaños: materia, espacio y tiempo;
esté presente en el aquí y ahora,
sea puro amor, inteligencia y fuerza
sienta, piense y actúe en todo ello
de manera constante y consecuente;
como es su esencia no puede haber fracaso

… y no se desanime si al principio
se le olvida y vuelve a las andadas
de pensar que es Mengano separado
del inmenso océano de la vida:
una ola al cabo sólo es agua;
inténtelo otra vez que poco a poco
se mantendrá en su fondo permanente.

Téngame fe, al menos unos meses,
ya me dirá si la fiebre le baja
—me refiero a ser una persona—
y los extraordinarios resultados
que se derivan de abandonar su idea
limitante cual caseta de perro;
¡salga y respire a fondo el infinito!;
si tiene alguna duda venga a verme”*.






© albertotrocóniz / 15
Texto de: “LA BÚSQUEDA INCESANTE”
Imagen: “Rottweiler”,
cuadro de Francis de Blas
Otros enlaces del “Post” relacionados:
… y en el Tablero “LA BÚSQUEDA INCESANTE”

miércoles, 8 de abril de 2015

UNO EL AMOR Y DOS LOS VEEDORES


Somos luz del amor y los espejos 
en que esa luz refleja de uno al otro
y multiplica al infinito el gozo 
en que bebe por siempre de sí mismo.

Lo que yo llamo "" está en mi conciencia 
lo que tú llamas "" cuando me nombras 
es también contenido de conciencia 
—mas no digamos conciencia tuya o mía 
sino tan sólo la única Conciencia—:
uno el amor y dos los veedores.

Tan sólo hay una copa en la que apuran 
los amantes de ellos embebecidos 
el licor especiado que es sin tiempo 
donde son uno en otro disfrazados.

Hombre y mujer jugando a los contrarios
en las alas del sueño que nos lleva 
a encuentros-desencuentros por eones 
en múltiples lugares de los cosmos.

Pero lo permanente ha sido siempre 
es y será —el tiempo no lo toca
ni el espacio dispersa los encuentros—
este amor que baña en la materia
desde su fuente en el aquí y ahora.





© albertotrocóniz / 15
Texto: de “POEMAS DEL PROFANO AMOR”
Imagen: “Tristán e Isolda”
Medallón Conmemorativo.
Otros enlaces del “Blog” relacionados
en el tablero “POEMAS DEL PROFANO AMOR”