martes, 26 de agosto de 2014

EN VUELO ONÍRICO HACIA LA GRECIA ANTIGUA

Cae en mis manos un libro en que se leen
asuntos de la vida cotidiana
y las costumbres de la Grecia clásica;
y yo argonauta desde el sillón de orejas,
sin ataduras que la materia imponga
a la imaginación en desplazarse
hacia el pasado en el espacio-tiempo,
me dispongo a embarcar en tal periplo.

Comienza describiendo el medio físico
que es base material de todo el resto
El viajero que llega de occidente
en viaje aéreo y con destino a Atenas
sobrevolando el golfo de Corinto
se puede percatar en un instante
del carácter del paisaje griego;
de la íntima penetración del mar en tierras
a causa de una costa accidentada.

Las montañas no son muy elevadas;
al norte la más alta es el Olimpo
—la inefable morada de los dioses—
y en la Grecia central se halla el Parnaso.

Aquí no existe lo que después sería
la vía romana, no había buenos caminos;
siempre estrechos apenas permitían
el paso simultáneo a dos carretas.

Los griegos pues, sin duda prefirieron
los senderos del mar a los terrestres;
ninguna localidad de Grecia se sitúa
a más de quince leguas de la costa.

En ausencia del faro y buenas cartas
se navegaba siguiendo litorales
y así encontraban de isla en isla refugio
a la puesta del sol y hasta la aurora.

El mar Egeo es centro de la Hélade
y está plagado de numerosas islas
que son escalas a aquellas singladuras
entre la Europa, el África y el Asia.

Allí el viento soplando racheado
hace que el navegar sea peligroso
salvo en verano, que en otras estaciones
no se hace uno a la mar, se queda en casa.

Naves de vientres rondos del comercio
en unión con aquellas de la guerra
de tres filas de remos y afiladas
proas para embestir las enemigas
garantizaban la talasocracia.

Notable era la claridad de atmósfera:
el aire transparente y luminoso
—sobre todo en el Ática patente—
tanto fuese celebrada de poetas;
que aquella transparencia de las luces
por sí misma es cierta garantía
de una vida feliz y placentera.

El contrapunto lo pone la sequía:
en este clima de carácter tan árido
las fuentes tenían gran importancia
y se investían de atribuciones sacras:
cada una era morada de una ninfa;
los cauces yertos podían tornarse al pronto
en violentos torrentes devastantes.

En toda época ha habido terremotos;
de Poseidón terrible era la cólera
expresada asimismo en maremotos:
en tierra y mar —igual que en cielo Zeus—
exhibían los dioses sus poderes

Caigo en ensueños donde continúa el viaje
hacia esa época feliz periclitada
a que transporta el talismán del libro:
lo asignado al pasado es bien presente.

Librado del pesar de la materia
vivo imaginación y fantasía 
así embarcadas en el espacio-tiempo
—mundo engañoso, no tanto cuan vigilia—.

¡Oh Grecia antigua eres recuperable
tan sólo ya en una visión poética!.



© albertotrocóniz / 14
Texto: del “CARNET DE VIAJE”
Imagen de Satélite de Grecia

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en el Tablero del “CARNET DE VIAJE”

1 comentario:

  1. http://albertotroconiz.blogspot.com.es/2014/08/en-breve-vuelo-hacia-una-grecia-antigua.html
    http://tinyurl.com/zmo8fdn

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